De la flor al fruto III [Naranjas]
De la flor al fruto III
De la flor al fruto IV [Naranjas]
De la flor al fruto IV

    Las naranjas tienen un efecto protector vascular debido a la vitamina C y la hesperidina y resulta un estupendo cicatrizante y antihemorrágico. En este sentido, son conocidas las curas de naranjas que realizan algunos cirujanos, sobre todo en Norteamérica, de cara a preparar a sus pacientes a intervenciones quirúrgicas, sobre todo a los que sufren de insuficiencia hepática. Así, en los días anteriores a la operación, les dan abundantes cantidades de zumo de naranja con agua, con lo que evitan las graves acidosis postanestésicas por insuficiencia aguda del hígado.

    Por su riqueza en minerales, sobre todo en potasio y magnesio, y por su poder fluidificante de la sangre, el zumo de naranja es muy recomendable en las enfermedades del corazón.

    Actualmente sabemos que el hierro contenido en la dieta se asimila mejor si se acompaña con zumo de naranja, por lo que actualmente los médicos lo aconsejan tomar en las embarazadas o en personas con anemia ferricopénica junto con los alimentos ricos en hierro (carnes rojas) o con los medicamentos al efecto.

    El jugo de naranja en ayunas, a primera hora, es cuando ejerce un efecto laxante más pronunciado, siendo aún mayor si se toma frío. Además, tomado en gran cantidad limpia el aparato digestivo, incrementa la diuresis y baja la temperatura cuando hay fiebre.

    Según el Dr. J. Sandoval, Académico correspondiente de la Real Academia de Medicina de Murcia, en su libro Comed naranjas (2ª. Ed., 1953) –el jugo de naranjas fluidifica todas las secreciones digestivas y facilita la excreción de bilis, pudiéndose considerar un auténtico colagogo. Hará un buen papel en los litiásicos biliares, logrando con el uso de esta fruta que disminuyan y mejoren sus trastornos–.

    El jugo de la naranja, debido a su elevado contenido en potasio, tiene marcadas propiedades diuréticas, siendo un gran colaborador de las funciones renales, especialmente cuando éstas están comprometidas por un proceso inflamatorio.

    En su libro Elogio médico de la naranja (Madrid, 1963) el prestigioso médico Dr. Marañón recomienda el jugo de naranja como remedio para la gripe y los resfriados.

    Aunque resulte a primera vista sorprendente por el carácter ácido de los cítricos, sin embargo, desde hace tiempo se sabe que los ácidos cítrico y málico al llegar al aparato digestivo son desdoblados en agua y anhídrido carbónico, que unido a los cationes potasio, sodio, calcio, etc. forma carbonatos y bicarbonatos que contribuyen a alcalinizar el contenido gástrico y la sangre.

    Finalmente, un consejo dictado por la voz de la experiencia para épocas navideñas, –cuando abundan las naranjas–. Un régimen exclusivamente a base de naranjas durante 24 horas es excelente después de unos días de comidas copiosas.