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Palmera datilera (Phoenix dactylifera)
José Antonio López Espinosa

La palmera datilera pertenece a la familia de las Arecaceae y su nombre científico es  Phoenix dactylifera L. En España existen multitud de variedades debido principalmente al método tradicional de multiplicación por semillas, es decir, plantando los dátiles.

Las palmeras se adaptan bien a los cambios de temperatura, pensemos en las diferencias térmicas entre el día y la noche en los desiertos del norte de África. Sin embargo, si no crecen en condiciones de altas temperaturas, muchas horas de sol y baja humedad, su fructificación en escasa o nula. Su resistencia a las sequías y a la salinidad del agua de riego es otra de sus características más notables, aunque si queremos obtener buenos y abundantes frutos deberemos mantener una humedad radicular constante.

Las palmeras son árboles dioicos, es decir, existen flores machos y flores hembras pero desarrolladas sobre plantas diferentes, y pueden alcanzar alturas superiores a los 25 metros y 2 m de diámetro en la base del tallo. Sus troncos están cubiertos por los restos de las hojas muertas y en su base pueden presentar raíces vistas, así como hijuelos que si no son podados desarrollarán palmeras múltiples conocidas vulgarmente como 'palmeras candelabro'.

Sus hojas se agrupan en la parte superior del tronco a modo de corona con hojas nuevas de color verde y viejas de color amarillento - son las que se han de eliminar cuando se podan las palmeras en invierno-.

Las flores arrancan de las bases de las hojas siendo las masculinas de color crema y más pequeñas que las femeninas, de color más amarillo. Las flores masculinas son portadas por tallos largos y delgados, mientras que en las femeninas son más fuertes y se vuelven colgantes por el peso del fruto en ellas. La polinización se realiza por el aire, sin embargo, es práctica habitual la polinización artificial con objeto de mejorar la fructificación.

En estos casos, el polen de una flor masculina es suficiente para más de 50 palmeras femeninas.

A pesar de que para tener una palmera bastará con plantar un dátil, sin embargo, cuando lo que buscamos es tener dátiles para nuestro consumo, lo mejor será plantar un hijuelo de una palmera que dé buenos dátiles - no todas las palmeras datileras producen dátiles comestibles-. De este método además de obtener una planta igual a la madre (un clon), acortamos el tiempo de espera hasta la primera cosecha. El mejor momento para llevar a cabo la plantación es a finales de primavera y verano.

Para mejorar el tamaño y la calidad de los frutos podemos eliminar dátiles o, en una etapa anterior, ramitas de la inflorescencia durante el período de polinización aclareo-.

Los dátiles podemos cosecharlos en  distintas etapas:

De madurez parcial o "Khalal", cuando todavía son amarillo-rojizos, pero resultan muy astringentes  y ásperos (por su alto contenido en taninos).

De madurez completa o "Rutab", cuando los dátiles toman un color ámbar, dorado y marrón translúcido y su contenido en taninos es más bajo, por lo que resultan más agradables de consumir por su jugosidad y terneza.

Última etapa o "Tamar", es cuando tienen mayores contenidos de azúcares (hasta un 80%) y están más blandos, dulces y arrugados, aunque resultan más correosos. Su color es el más oscuro pudiendo llegar a parecer negros.