En la Edad Media los árboles dominantes en la Huerta de Murcia eran higueras, olivos, almendros, granados, ciruelos, membrilleros, manzanos, prisqueros

Francisco J. Flores Arroyuelo en Historia de la Región Murciana (1980)


    Cuando entramos a Murcia en coche por la moderna y amplia avenida de Juan de Borbón, al pasar el cruce de Cabezo de Torres, si nos fijamos, a mano izquierda, todavía podemos contemplar los restos de lo que fueron importantes membrillares en la pedanía de Santiago y Zaraiche. Árboles decanos, cubiertos de polvo y rodeados de maleza, abandonados, pero que ajenos a su triste destino –carne de ladrillo–, siguen dando generosos su cosecha.

    Estos membrillares que hasta no hace mucho poblaron los alrededores de Murcia y contribuyeron al engrandecimiento de algunas industrias conserveras, han dejado paso a los membrillos aislados que todavía podemos encontrar en los resecos quijeros de acequias y brazales o en los huertos particulares para consumo familiar. Según el Centro Regional de Estadística en los últimos años apenas se han comercializado unos 5.000 kilogramos de membrillos en Mercamurcia, la mayoría de ellos provenientes de otras regiones como Castilla-La Mancha o Andalucía.

    Los membrillos son una fruta curiosa, muy atractiva por su color amarillo y sus formas caprichosas entre manzana y pera, envueltas en una especie de pelusa en sus primeros estadios y que, a pesar de su atractiva imagen y olor, resulta poco gratificante para los sentidos su consumo en fresco, ya que su carne resulta dura, áspera y un punto amarga. Sólo tras ser cocinada –asada o cocida– es cuando desarrolla todo su potencial de sabores y olores.

Julio Pedauyé Ruiz