El componente mayoritario de las alcachofas, tras el agua que supone entorno al 84%, es la fibra. Esta última supone más de un 10% de su porción comestible, lo que le confiere el carácter de verdura rica en fibra, con los consiguientes beneficios de:

  • Aliviar o prevenir el estreñimiento –al incrementar el peristaltismo intestinal o movimientos del intestino para hacer avanzar el bolo alimenticio–.

  • Favorecer la sensación de saciedad –ya que la fibra absorbe mucha agua y se 'esponja'–.

  • Disminuir la absorción de las grasas de la dieta –porque la embebe y dificulta físicamente su absorción–.

  • Prevenir el cáncer de colon –al servir de sustrato a determinadas bacterias intestinales que la fermentan liberando ácidos grasos de cadena corta, nutrientes de los colonocitos–.

     No obstante, su riqueza en fibra también tiene una desventaja: provoca flatulencia en aquellas personas propensas a este padecimiento, por lo que deberán moderar su ingesta.

     La alcachofa, al igual que otras verduras amargas, posee un efecto colerético –con capacidad de aumentar la secreción biliar– y por tanto favorecer la digestión de las grasas y prevenir la formación de cálculos biliares.