Escaparate en vísperas de Todos los Santos de un comercio del barrio de Vistalegre en Murcia.jpg
Escaparate en vísperas de Todos los Santos de un comercio del barrio de Vistalegre en Murcia.jpg
Julio Pedauyé Ruiz

A pesar del origen americano de esta hortaliza, la popular fiesta de Halloween que desde los Estados Unidos se ha difundido a todo el mundo tiene sus raíces en la vieja Europa, en concreto en el mundo celta, en Irlanda, Gales y Escocia. Parece ser que este pueblo tenía la creencia de que, tras el verano, cuando acortaban los días y los primeros fríos helaban la sangre, eran tiempos propicios para que los malos espíritus camparan a sus anchas.

Cuando recogían el ganado de los pastos de montaña en que habían pasado el verano, creían que junto a los animales, y amparados por las sombras, venían estos malos espíritus. Por ello hacían fogatas en lo alto de las colinas para ahuyentarlos. En estos días, las almas de los muertos volvían de visita a sus casas y entonces el festival otoñal -sambain-  cobraba un significado siniestro con fantasmas, brujos, duendes, espectros, gatos negros, búhos, hadas y demonios de toda clase rondando en las cercanías.

Fueron los emigrantes irlandeses los que llevaron consigo estas costumbres a los EEUU en el siglo XIX y,  actualmente, es el atractivo de los pequeños, quienes van de casa en casa, demandando el Trick or Treat  (burla o trato) con calabazas vacías a las que les hacen agujeros simulando ojos y boca y les colocan una luz en su interior, posiblemente reminiscencia de aquellas fogatas que hemos comentado.