La cultura material en el Paleolítico

     La Prehistoria es el período que abarca desde la aparición del hombre hasta la invención de la escritura. Se divide en tres grandes períodos: el Paleolítico, Neolítico y la Edad de los Metales.

     El Paleolítico, que literalmente significa Piedra Vieja, se caracteriza por el carácter nómada de los grupos humanos, por ser una economía de subsistencia fundamentada en la recolección de frutos silvestres, la caza y el carroñeo, y por la utilización de la piedra como materia prima más frecuente en su cultura material.

     Las primeras herramientas fabricadas por el hombre, los denominados cantos tallados, eran muy simples y cubrían las necesidades básicas; cortar, machacar cavar o perforar. Con el paso del tiempo y el desarrollo de novedosas técnicas de tallado se fabricaron herramientas cada vez más sofisticadas que respondían a nuevas necesidades: raederas para el curtido de pieles, cuchillos para el desollado de animales, puntas de flechas, hachas, etc.

     Junto al sílex, el ser humano utilizó otros materiales, generalmente madera y hueso, con los cuales fabricó punzones, cuchillos o los empleó como soporte para las primeras manifestaciones de arte rupestre conocidas en la Historia de la Humanidad.

     Las herramientas más antiguas halladas en Lorca están fechadas en el Paleolítico Inferior y proceden del entorno del río Turrilla; durante el Paleolítico Medio, también conocido como musteriense, se conservan útiles de sílex procedentes de los yacimientos de Cerro negro y Peña María. Por último, del Paleolítico Superior se han recuperado útiles en otros materiales como el hueso, entre los cuales destacan los punzones, utilizados probablemente en la industria textil, del yacimiento de El Chorrillo.

La revolución neolítica: las primeras cerámicas

     El Neolítico supuso una auténtica revolución tecnológica: la domesticación de animales y plantas permitió disponer de excedentes alimenticios, lo que requirió de sistemas de almacenamiento donde guardar los excedentes de las cosechas y para el transporte para su intercambio con poblados vecinos. Es en este contexto cuando aparece por primera vez la cerámica. En ocasiones estas se decoran con impresiones cardiales efectuadas con la concha de un berberecho y con incisiones hechas con punzones.

     Aunque en Lorca durante el Neolítico aún perduran los asentamientos en cueva o abrigos, se atestiguan por primera vez poblados al aire libre, situados junto al valle del río Guadalentín y en el cerro del Castillo de Lorca. Los materiales más destacados son las hachas de piedra pulimentada, cerámicas a mano procedentes de asentamientos al aire libre como el El Cabezo de Ugejar, el cuenco y el ídolo pintado procedente de la excavación de Glorieta San Vicente (Lorca).