Usos de la cerámica

     La cerámica constituye una de las manifestaciones artesanales más antiguas de la especie humana. Desde su aparición, durante el Neolítico, se convirtió en un producto fácil de fabricar, barato e imprescindible en la vida cotidiana de las sociedades del pasado. Utilizada para contener y almacenar alimentos durante largos períodos de tiempo, como vajilla de mesa, para iluminar espacios domésticos o lugares sagrados, para transportar agua desde los ríos hasta los poblados, para contener caros ungüentos y perfumes,  o incluso formando  parte de ajuares funerarios, conteniendo alimentos para la otra vida, o como pertenencia más preciada del individuo enterrado.

Evolución

     Desde la Prehistoria hasta la actualidad la cerámica ha experimentado una constante evolución, tanto en sus técnicas de fabricación, en sus decoraciones, formas y usos, desde las primeras cerámicas a mano, toscas e irregulares, hasta el proceso industrializado propio del mundo romano, donde un solo alfar era capaz de producir millones de cerámicas al año y donde es frecuente encontrar en los yacimientos, además de las producciones locales, cerámicas procedentes de todos de todos los rincones del Imperio Romano. En los yacimientos de la Región, son comunes las Sigillatas, vajilla de mesa típica del mundo romano, y que procedían del sur de la Galia, Norte de la Península Itálica, Norte de África y el Mediterráneo Oriental (Egipto, Chipre).

     En esta sección se realiza un recorrido por la evolución de la cultura material, en particular de la cerámica, desde la Prehistoria (donde es el sílex el material predominante en los yacimientos), hasta la época  medieval islámica (ss. VIII-XIII d.C.), cuando se introducen nuevas técnicas decorativas al tiempo que se generaliza la cerámica vidriada, utilizada tanto como vajilla de mesa, como de cocina e iluminación.