Nos encontramos ante un edificio de cuatro cuerpos, los dos primeros unidos a modo de basamento, y ático con balaustrada. De sus tres fachadas la principal está dividida longitudinalmente en tres ejes, mientras que las laterales se dividen en cinco. Es necesario atender al hecho de que estas fachadas muestran una división jerárquica en sus detalles ornamentales y en el uso de los materiales de revoco. Así, la fachada principal, enteramente de piedra, está dividida por grandes pilastras adosadas y tiene, en su piso noble, un gran balcón con balaustrada, siendo exentos los balconcillos del último piso. En las fachadas laterales, en cambio, se hace uso, junto a la piedra, de ladrillo visto, limitando a uno el balcón con  balaustrada de piedra, el resto de vanos tienen balconcillos de forja.

La decoración exterior del Palacio es una sobria referencia al Renacimiento, las pilastras adosadas, los frontones que rematan los ventanales, los arcos de medio punto y las ménsulas, así como las máscaras labradas en las cornisas, los grutescos, los rosetones, hacen de este edificio una evocación de las líneas clásicas de la arquitectura. Y como detalle propio de la libertad y eclecticismo de las obras arquitectónicas, podemos destacar la cabeza alada de Mercurio situada en la entrada del edificio, figura muy ligada a la actividad comercial y repetida en otras obras promovidas por la burguesía cartagenera.

Del interior del edificio sólo se conservan algunos detalles de construcción y ornamentales, como la gran escalera de planta elíptica y mármol blanco, iluminada con tragaluces acristalados. El Salón de Baile, del que destacan sus maderas labradas en estilo neoclásico, las escayolas finamente decoradas, la chimenea de estilo francés de mármol y bronce y un fresco atribuido a A. Rinoci y fechado a finales del siglo XIX.