Augusto Fernández de Avilés
Augusto Fernández de Avilés

     Augusto Fernández de Avilés nació en Madrid en 1908. En 1932 llega a Murcia tras aprobar las oposiciones al Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, para ocupar la plaza de director-conservador del Museo Arqueológico Provincial de Murcia.

     Durante los casi 10 años que trabajó en Murcia desarrolló una fructífera labor profesional en torno a dos grandes líneas de actuación: investigaciones arqueológicas en la provincia de Murcia, y catalogación, inventario y difusión de las colecciones del Museo Arqueológico Provincial.

     En lo que respecta a los trabajos arqueológicos de campo hay que destacar la relevancia de sus actuaciones en yacimientos ibéricos: prospectó el Castillejo de los Baños y el Castillico de las Peñas, en Fortuna, realizando pequeñas excavaciones superficiales; trabajó también el Cabezo del Tío Pío, en Archena. Fue promotor y codirector de las primeras excavaciones sistemáticas en la necrópolis del Cabecico del Tesoro (Verdolay, Murcia), junto con Cayetano de Mergelina. Además, prospectó otros yacimientos de gran importancia como el Castillo de los Garres, o el complejo minero de época romana del Cabezo Agudo, en La Unión.

     Su labor en el Museo Arqueológico Provincial significó la transformación de esta institución museística, que hasta su llegada había sido un museo de carácter decimonónico, cuya función principal era guardar, incrementar, conservar y en su caso exhibir sus colecciones prehistóricas y arqueológicas, en un verdadero centro de investigación de la cultura material regional. Su labor profesional en el Museo supuso todo un revulsivo para la institución. Realizó la primera catalogación de los fondos, 20 años después de su inauguración, creó un archivo fotográfico de los materiales más representativos.

     Poco después de su incorporación a Murcia publicaba las cerámicas prehistóricas del Museo (vasos cerámicos calcolíticos y argáricos), las ánforas púnicas del Santuario Ibérico de Nuestra Señora de la Luz, o las cerámicas con decoraciones incisas procedentes de Santa Catalina del Monte. Realizó una pequeña actuación arqueológica en las pinturas descubiertas en 1939 en la Cueva del Peliciego (Jumilla) y logró la incorporación a las colecciones del Museo de un busto romano de un hombre con barba, fechado a finales del siglo II o inicios del III d.C, procedente del Camino del Pedregal (Jumilla).

     Además, fue Asesor Provincial del Servicio de Recuperación y Defensa del Patrimonio Artístico Nacional y Comisario Provincial de la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas. Al mismo tiempo, desarrolló una labor docente como Profesor Ayudante en las cátedras de Historia de la Cultura e Historia del Arte en la Universidad de Murcia.

     En 1941 deja Murcia tras conseguir su traslado el Museo Arqueológico Nacional.