Yacimientos


Tradicionalmente el Neolítico se ha caracterizado por el conocimiento y uso de la agricultura y la ganadería; es un momento crucial en la vida de los grupos humanos, durante el que se produjeron nuevas formas de vida y de organización social, que continuarán durante el Calcolítico.

Esta nueva relación por parte del hombre con el entorno que le rodea es el resultado de un largo proceso iniciado durante el Paleolítico Final, durante el cual los grupos humanos adquirieron el conocimiento y experiencia sobre los ciclos biológicos de animales y plantas que concluyó en su domesticación. Aún así, la caza, la recolección de frutos silvestres, el marisqueo o la pesca siguió siendo la base de la subsistencia de las comunidades neolíticas, ya que la agricultura no presentó el desarrollo suficiente para pensar en sociedades plenamente agrícolas o ganaderas hasta un momento avanzado de este período.

Durante el Neolítico se documenta la ocupación de nuevos áreas del interior, como el Valle del Guadalentín o el Altiplano Jumilla-Yecla, estableciéndose poblados de larga duración asociados a tradiciones funerarias con entidad propia, localizados por lo general en las proximidades de cursos fluviales y ramblas, utilizadas no sólo como lugar para la captación de recursos hídricos, también como vías naturales de comunicación. Generalmente, la mayoría de los hábitat se constatan en cuevas o abrigos; los poblados al aire libre no se generalizarán hasta el Neolítico Final.

En cuanto a la cultura material, la industria lítica mantiene todo el conjunto industrial de momentos precedentes, si bien se introduce nuevas técnicas como el pulimentado.

La principal novedad es la cerámica. La alfarería permitía la fabricación de utensilios para la el almacenamiento de alimentos, para su cocción o transporte, lo que facilitó enormemente la vida de los grupos humanos del neolítico. La cerámica neolítica en la Región de Murcia suelen ser formas globulares, con cuellos estrechos y alargados o anchos y hemisféricos, junto con vasijas con formas abiertas. Las paredes suelen estar bruñidas o espatuladas, en ocasiones con decoración cardial (ungulaciones, digitaciones), incisa o con pintura a la almagra.

El arte rupestre es una manifestación asociada al Neolítico. En la mayoría de las ocasiones se trata de representaciones de arte esquemático, cuyo intencionalidad se desconoce, pudiendo ser religiosa, ritual, narrativa, ideográfico o conceptual. Destacan los ejemplos conservados en el Abrigo de los Grajos (Cieza), la Cueva de los Pájaros en Cartagena, Abrigo de Benizar y de Andragulla (Moratalla), el Abrigo del Milano (Mula) o la Peña Rubia (Cehegín).