Una zona sacra con miles de años

El edificio está enclavado en una zona de gran importancia arqueológica.

En esta zona se han descubierto restos de poblaciones argáricas, situados en una colina del estrecho de la Encarnación. La principal base de alimentación de estas poblaciones eran los cereales, trigo y cebada, la caza de animales grandes como el jabalí y la pesca.

También hay importantes restos en esta zona de época ibérica, tales como molinos de mano, ánforas que servían como depósitos para granos, etc...

Bajo el templo cristiano se encuentra un importante templo romano que data del siglo II a.C., en el espacio conocido como Cerro de la Ermita, único en la Región.

El templo corresponde con una edificación de orden jónico-romano con cuatro columnas en su entrada principal y posiblemente algunas laterales.

En 1989 el profesor de la Universidad de Murcia Ramallo Asensio, organizó las VII Jornadas de Arqueología Regional, poniendo en práctica trabajos arqueológicos en este espacio. Con esta última intervención, se puso al descubierto la existencia de un recinto sagrado en uso desde plena época ibérica, que sufre una importante remodelación. Supuso la realización del templo romano sobre el que se encuentra la Ermita.

La fisionomía que hoy presenta la Ermita de la Encarnación, corresponde con las últimas obras que se realizan en el siglo XVII. Aunque con anterioridad ya se veneraba a una imagen mariana en este lugar.

El lugar toma el nombre de la Ermita de la Encarnación. A partir de este momento se da paso al inicio de rogativas dedicadas a la imagen. Quedan constatadas en los libros de cuentas, rogativas de 1620, principalmente provocadas por la sequía, que asolaba esta tierra de cultivos.

Vacío en imágenes

El interior está completamente desprovisto de obra artística.

El patrón de la zona, San Blas, antes expuesto en una de las hornacinas del crucero, se encuentra hoy en la zona de presbiterio de la Ermita Nueva de la Encarnación.