La moneda islámica de al-Ándalus. De la conquista al Califato de Córdoba


El origen y evolución de la moneda islámica en Oriente se caracterizó por la utilización de dos sistemas monetarios diferentes: el bizantino y el sasánida. Las monedas de oro bizantinas, denominadas solidii, sirvieron de modelo para el diseño del dinar, que pasó a ser la unidad monetaria de oro en el mundo islámico. Del Imperio sasánida, se utilizó la moneda de plata, el drahma, cuyo origen se remontaba a la dracma griega. En el mundo islámico, la moneda de plata pasó a denominarse dírham. Por último, los feluses, monedas realizadas en bronce, fueron muy utilizadas en un período inicial. Se trata por tanto de un sistema en origen trimetálico, formado por dinares, dirhams y feluses cuyo uso se extendería rápidamente por todo el territorio conquistado. En sus aspectos generales, el nuevo sistema monetario se mantuvo, aunque se produjeron variaciones regionales y reformas sucesivas a lo largo del tiempo.

La conquista islámica de Hispania en 711 d. C supuso la incorporación de un nuevo monetario, al adoptarse los modelos de Oriente y del Norte de África. Las primeras acuñaciones conocidas para al Ándalus son monedas de oro, que responden al modelo de los solidii bizantinos de Cartago, con leyendas epigráficas latinas. A partir del año 716 d. C, serán bilingües, en árabe y latín, y en ellas aparecerá por primera vez la indicación de la ceca, al- Andalus, sin especificación concreta al lugar de producción. Son las denominadas monedas transicionales.

En 699 d. C., el califa ‘Abd al-Malik llevó a cabo una importante reforma del sistema monetario islámico, al sustituir completamente las imágenes de las monedas por leyendas epigráficas. Esta peculiaridad se mantendrá durante todo el período islámico. En al- Andalus, la reforma no se produce hasta veinte años después, fecha en la que aparece el primer dinar con epigrafía exclusiva. En estas primeras emisiones, se indica la ceca y la fecha de acuñación, y en el espacio reservado para la cita coránica, se utiliza la sura 112 que hace referencia a la "Fe Pura". La ceca genérica que se usa en las monedas es al- Andalus, por lo que no es posible saber el lugar de acuñación de estas primeras emisiones, aunque muy probablemente se tratara de talleres móviles que avanzaban con el ejército en la conquista del territorio de la antigua Hispania. En el caso del sureste, se produce la capitulación pacífica del territorio a través de la firma del pacto de Tudmir en 713, en el que se expresa el pago de tributos que debía ser asumido por Teodomiro como parte de las condiciones exigidas por la nueva autoridad islámica: (…) que el y los suyos pagarán cada año un dinar, y cuatro modios de trigo, y cuatro de cebada, y cuatro cántaros de arrope, y cuatro de vinagre, y dos de miel, y dos de aceite (…) (versión de al-Dabbī).

El período inmediatamente posterior a la llegada del autoproclamado emir Abd al-Raḥmān I a la península Ibérica, se caracteriza por la ausencia de moneda producida en territorio de al- Andalus. No obstante, a partir del año 767 d. C, se generalizan las acuñaciones emirales realizadas en Córdoba, aunque la ceca que aparece en la moneda es al-Andalus. A lo largo del período, las emisiones producidas en territorio andalusí son en plata y, en períodos muy concretos del emirato, se acuñan feluses de bronce. Durante este período también circulan en la península monedas de oro procedentes de otras dinastías, sobretodo del norte de África.

La moneda del emirato continúa con la tradición omeya, lo que pone de manifiesto su independencia política e ideológica respecto a la dinastía abbasí de Bagdag. Los abasíes, habían introducido numerosas variaciones y cambios de diseño en la moneda, eliminando la sura 112 e incorporando los nombres de los califas y altos dignatarios. Los omeyas de al Ándalus prescinden de estas innovaciones, conservando el tradicional diseño omeya, aunque poco a poco incorporan pequeños cambios, dotando a las monedas de símbolos geométricos y vegetales y, en ocasiones, abreviaturas alusivas a los responsables del control de emisión de moneda. También es significativa la gran cantidad de moneda fragmentada que aparece en el período, lo que sin duda estaría indicando un uso monetario de tipo local, no controlado por parte del Estado.

Durante el período emiral, el territorio de Tudmîr se incorpora definitivamente a la estructura estatal de Córdoba. Algunos asentamientos preexistentes que ya aparecían citados en el pacto de Tudmîr, continúan siendo ocupados durante este período, caso de Lorca, que parece asumir cierta capitalidad dentro del territorio de Tudmîr, Cehegín o Mula. En este último emplazamiento apareció un conjunto de siete dírhams fechados en 821- 822 d. C, asociados a niveles de destrucción del yacimiento.

Durante los primeros quince años del reinado de Abd al- Raḥmān III, no se producen acuñaciones, debido tal vez a que había que hacer frente a las numerosas sublevaciones producidas en el territorio andalusí para restablecer la unidad territorial y política. Al proclamarse califa, en 929, Abd al- Raḥmān III se sitúa en una situación de igualdad respecto a los califas abbasí y fatimí, y comienza a acuñar moneda a su nombre, utilizando su nombre propio y su nombre honorífico o laqab. La inscripción El iman victorioso por la fe de Dios, ‘Abd al- Raḥmān. Emir de los creyentes aparecerá en todas las monedas califales, con las variaciones correspondientes a los sucesivos califas de la dinastía. También se indicarán en los anversos los nombres de los responsables del control de la producción monetaria o los prefectos de la ceca. La capital se traslada a Madīnat al- Zahrā, que como centro administrativo se convierte en el lugar donde se acuña moneda, dato que aparecerá también en la moneda, sustituyendo a la ceca al- Andalus, que había estado presente desde los momentos inmediatamente posteriores a la conquista. Esta ceca se mantendrá durante unos veinte años, en los reinados de ‘Abd al- Raḥmān III, y Al Ḥakam II. El progresivo aumento y diversidad de motivos vegetales y geométricos en las monedas podría estar indicando la aparición de nuevos talleres en el territorio de al- Andalus.

En el período califal, la moneda se acuña en plata y en oro. La moneda de oro se acuña en forma de dinar aunque también aparecen fracciones de dinar, especialmente, medios y tercios. Ese es el caso del conjunto monetario aparecido en la plaza San Pedro de Murcia, compuesto por dinares y tercios de dinar. La moneda de plata sigue siendo, en cualquier caso, la más numerosa, si bien su ley es menor que en el período emiral.

Junto con las producciones andalusíes, circulan también dinares y dirhames procedentes de otros puntos del Mediterráneo, específicamente de la dinastía fatimí del Norte de África. Durante este período es también frecuente la fragmentación de la moneda, como pone de evidencia el gran número de hallazgos que se han producido de moneda fragmentada en la península.

Durante el período de Hišām II, el poder fáctico recae en manos de Muḥammad Ibn Abī ‘Amīr- conocido más tarde como al- Manșūr, apareciendo su nombre, en la forma de ‘Amīr, debajo del nombre del califa en el reverso de las monedas emitidas durante este período. La política expansiva de al- Manșūr, especialmente centrada en el Norte de África, se deja ver en las monedas acuñadas con ceca de Fez o Siyilmasa. Los problemas en la sucesión dinástica provocan la inmediata desmembración del estado califal y la consecución de un período de inestabilidad que produce enfrentamientos entre los diferentes clanes, en lo que se conoce como fitna o guerra civil. Con posterioridad y, tras un breve período en el que el depuesto califa Hišām II recupera el poder en la ciudad de Córdoba, se produce la total desarticulación del poder central y la aparición de pequeños reinos locales. De este período de desmembración del estado centralizado andalusí procede el tesorillo de Begastri, Cehegín.