Begastri fue una pequeña pero floreciente ciudad de interior durante el Bajo Imperio. La presencia de sarcófagos de mármol fechables en la primera mitad del siglo IV sugiere la existencia de una comunidad cristiana con el gusto, refinamiento y capacidad económica para afrontar el gasto que supondría permitirse tales obras de arte.

Durante la fase de unificación del poder visigodo se avanza en todos los frentes; los obispados de Begastri y Ello caen bajo la autoridad de Toledo, lo cual convierte de hecho a Begastri no solo en una ciudad de frontera, con una cierta independencia, sino en una auténtica punta de lanza contra los bizantinos, cuyo centro de poder se encontraba en Cartagena.

Eso explica tanto la renovación que experimentan la muralla de la ciudad, como la riqueza de los testimonios arqueológicos, así como la nueva ordenación arquitectónica de la ciudad que, al parecer, arrasó los niveles anteriores al siglo V, sugieren que Begastri vive en esta época una fase de esplendor, siendo una ciudad episcopal visigoda.