Cehegín ha sido ocupada desde época prehistórica, dada la abundante riqueza en recursos de la comarca. La Prehistoria abarca los primeros momentos en que hace aparición el hombre en las tierras de Cehegín, en un paisaje que dista del que se puede apreciar hoy día. Tal vez la mayor diferencia pueda ser el río Argos, hoy sin un cauce continuo y generoso de agua por retener estas para riego, antaño muy caudaloso y con abundante fauna acuática.

Los estudios sobre paleopaisaje señalan unas características que se van a ver poco afectadas hasta la Reconquista en el s. XV, a excepción de episodios puntuales de grandes incendios que arrasaría extensas zonas. Se nos presenta una masa forestal densa con presencia de grandes carnívoros entre los que se pueden citar el oso y el lobo, también está atestiguada la existencia del ciervo, la cabra, etc.

Por este incierto medio transitarían los primeros rebaños de cabras y ovejas durante toda la prehistoria, las primeras edades de los metales, íberos, romanos y en la edad media.

Al hablar de la Prehistoria en Cehegín hay que hacer hincapié en que partimos de los testimonios materiales vinculados a la presencia humana que han llegado hasta nuestros días, en unas condiciones mayoritariamente de conservación delicadas, y de otra parte de los estudios que sobre esos restos han realizado destacados arqueólogos.

Entre los contextos prehistóricos más significativos en su entorno, nos centraremos  en el paraje de la Peña Rubia, célebre por la presencia de fósiles, extraídos por aficionados sobre todo en la década de los años 60 fueron trasladados al Museo Arqueológico de Murcia por Gratiniano Nieto y más tarde por Manuel Jorge Aragoneses, Catedrático de Arqueología de la Universidad de Murcia y Director del Museo Arqueológico de Murcia, respectivamente.

Afortunadamente, en la década de los años 80, Francisco Peñalver tuvo la idea y el apoyo del Ayuntamiento para montar el embrión de lo que es hoy el Museo Arqueológico Municipal de Cehegín, haciendo posible que piezas que se encontraban en posesión de aficionados particulares, fueran a integrarse en la colección permanente del museo, un espacio reconocido oficialmente que posibilita que las piezas procedentes de las excavaciones arqueológicas oficiales puedan permanecer en esta localidad.

Esta presencia humana la podemos situar, por ahora, hace unos siete mil años, en lo que se conoce como Neolítico medio, según se ha documentado en los citados covachos de la Sierra de la Puerta y en las excavaciones sistemáticas que llevamos a cabo en la Cueva del Calor de Peña Rubia.

La importante colección de las magníficas cerámicas y otros objetos de Sierra de la Puerta se encuentra dispersa por diversos museos regionales. El estudio del conjunto de estos materiales señala la elección de covachos, de pequeña y escondidas entradas, como espacios destinados a depósitos funerarios de personas que tendrían el valle como lugar de habitación. Esto último no se ha podido documentar, tal vez por las profundas y extensas remociones de terreno para el cultivo en todas las épocas lo que han podido destruir las frágiles cimentaciones de las chozas y silos neolíticos.

Cabe destacar por su excepcionalidad, el pequeño asentamiento de Virgen de la Peña, documentado por pequeños fragmentos de cerámica elaborada a mano y algunas herramientas en sílex, aunque lo más llamativo son varias azuelas pulidas y un fragmento de brazalete de caliza, lo que nos lleva a datar el poblado en una fase tardía del Neolítico. Queda pues de manifiesto que estas fases de la prehistoria de Cehegín se conocen mucho más por las sepulturas que por el poblado.

La idea de ocultar los espacios funerarios frente a las alimañas y a saqueadores de tumbas en el Neolítico se va a extender hasta la entrada de la Edad del Bronce, en concreto hasta la llegada de la Cultura Argárica.

Un yacimiento de especial importancia para el conocimiento de las prácticas funerarias de la Prehistoria en la Región de Murcia fue la sepultura múltiple de Pajasola o Balsa Salada, que pudimos excavar durante varios meses a principios de los años 90 en el paraje de ese mismo nombre. El hallazgo fue casual y se pudo constatar la presencia de una cámara de unos nueve metros cuadrados y tan solo 50 cm. de depósito con más de veinte sepulturas. En las paredes del covacho se localizó una concentración de cráneos sin mandíbulas, que aparecían dispersas por el resto de la tumba, lo que evidencia remociones intencionales. Los huesos largos también estaban agrupados y sin conexión, pero al mismo tiempo se localizaron partes esqueléticas que sí estaban en posición (articulaciones de manos y muñecas, piernas, áreas lumbares completas, brazos flexionados) y que parecen indicar que se depositaron originalmente para posteriormente ser removidos a los laterales de la cámara.

Otra forma funeraria también presente en Cehegín son los megalitos o construcciones circulares en piedra de mediano tamaño que tienen en el interior una pequeña cámara que acoge tanto a los inhumados como a las ofrendas que les acompaña. Hay indicios de dos megalitos sin excavar en la margen derecha del río Argos, siilares a otros de la Zarzilla de Ramos (Lorca) y Bagil (Moratalla).

Esta época que se denomina Calcolítico llega a la Cultura Argárica con un momento de transición que denominamos Campaniforme datado hacia el año dos mil antes de Cristo. Previo a este momento y tal vez vinculado a las cerámicas pintadas, nos encontramos en un momento que se caracteriza principalmente por la presencia de cerámicas muy decoradas con motivos geométricos de las que se han hallado escasos ejemplares en la Región. Sin embargo, en Cehegín se encuentra la mejor colección de vasijas de toda España de esta época aunque realizadas en yeso, que proceden del macizo de Peña Rubia en Cueva Amador. En Cehegín se han podido reconstruir varias vasijas a partir de los fragmentos hallados, una de las cuales se expone en el Museo Municipal.

En el municipio de Cehegín también se constata el horizonte argárico. Aunque la elección primera de estos grupos humanos en lugares de altura y próximos a los ríos ha ocasionado en la mayoría de los casos la reocupación en fechas posteriores y la consiguiente remoción del subsuelo. Así,  en el Morro de la Cerámica y, sobre todo, el Cabezo de Roenas junto al Quípar antes de que fuera Begastri pudo ser habitado, cuanto menos, en época argárica como poblado, a juzgar por los hallazgos de fragmentos de cerámica y un hacha pulida.

Mejor se conocen los pequeños asentamientos en altura, verdaderas atalayas que abarcaban grandes paisajes como es el caso de la Sierra de la Lavia, en el punto más alto del municipio, a casi 1.300 m. sobre el mar: el Cabecico del Trigo; peor suerte tuvo el poblado del Portillo en la Sierra de la Puerta, que permanece sin excavar y con un aspecto muy alterado a causa de la presencia de las canteras en sus inmediaciones. Un tercer hallazgo singular lo constituyen un pequeño conjunto de vasijas de pequeño tamaño y de igual forma halladas en el nivel argárico de la Cueva del Calor.

 Miguel San Nicolas del Toro

 Cehgín antes de Begastri