Cumplidos los 400 años de la expulsión de los moriscos españoles (1609-1614), los historiadores siguen debatiendo por qué se decretaron los edictos de expulsión, cuál fue el número de moriscos que finalmente abandonaron los reinos de Felipe III y cuál era su origen geográfico. Junto a los granadinos dispersos por Castilla, fueron deportados los descendientes de los mudéjares, obligados en 1502 a bautizarse o a abandonar España. El 20 por ciento de esta población se localizaba en el Reino de Murcia, y fue el último grupo afectado por tan grave decisión (José Pascual Martínez, Geografía de la expulsión de los moriscos mudéjares murcianos, en prensa).

Según Henri Lapeyre, los embarcados desde diciembre de 1613 a enero de 1614 serían, aproximadamente, unos 7.000 individuos.  Para Jorge Gil, el tope máximo de expelidos estaría en los 2.500 mudéjares moriscos de los que hablaban Guadalajara y Bleda,  por lo que habría que reducir ampliamente la cifra de 7.000 mudéjares aportada por Lapeyre, que calculó partiendo de la lista de población de Luis Fajardo, hecha hacia abril de 1610, y valoró en unos 8.000 los mudéjares del reino.

José María García Avilés (2007)  calcula que la expulsión del Valle de Ricote afecto a unos 432 vecinos, el 55 por ciento de la población .

Lisón (1992, pp. 159-162): en febrero de 1614 se da por acabada la expulsión en todo el país, pero don Alonso de Tenza Fajardo se quejaba ante el concejo de Murcia el 12 de abril de dicho año, de que había muchos moros en la región y que debía quitárseles pesos y medidas para que no pudiesen dedicarse al comercio. Su propuesta fue aprobada .

Ese año recorrió el Valle el fraile carmelita Fr. Marcos de Guadalajara y Javier, conocido enemigo de los moriscos, y cuenta que los pobladores son descendientes de moros y conservan los sobrenombres de sus abuelos árabes; que los viejos que quedaron tras la expulsión hablan tan cerrada y bárbaramente el castellano que se conocía su procedencia; y que no querían juntarse con los cristianos viejos . El Conde de Salazar, en una carta a S. M. de 8-VIII-1615, dice que todos los moriscos se han vuelto y en el Reino de Murcia es «donde con mayor desvergüenza lo hacen, reciben excelente acogida de todos los naturales» .

Los principales de Blanca ya habían vuelto por entonces, y contra ellos presentó demanda Francisco Osorio, fiscal del Conde de Salazar, y las causas se vieron ante el licenciado don Diego de Medina Rosales, auxiliado por Juan Martínez de Valverde, escribano receptor y de comisión. Ginés de Molina fue preso y llevado a la cárcel de Murcia, ordenando Salazar su traslado a Madrid a cargo del comisario Manuel de Peñalosa.

En el año de 1619 el concejo, ante la gran cantidad de causas y procesos contra los vecinos, nombró por fiscal a Diego Rodríguez, sacristán de su parroquial, ya que el alguacil estaba también preso a causa de escapársele un detenido, el cual se refugió en la Iglesia. Con los recogidos en 1619 se hizo un nuevo embarque en 1620. Unos salían y otros entraban.

La inmensa mayoría volvieron a su tierra o poblaron otros lugares. En 1634, cuando el visitador de la Orden de Santiago, don Jerónimo Medinilla, recorre el Valle, se sorprende y redacta un informe, dando cuenta de que aquellos pueblos estaban llenos de moriscos, y tenían comunicación con los del reino de Valencia. Avisado el Virrey de Valencia, don Pedro Fajardo, V Marqués de los Vélez, hizo un informe sensato, pues señalaba la diferencia entre los moriscos y los del valle de Ricote, de cuyos lugares salieron los mudéjares y se embarcaron hacia Italia y Francia, «pero ninguno a Berbería, porque siempre se preciaron de cristianos, y que padecían inocentemente en ser echados de España. Otros... acudieron ante el conde de Salazar y presentaron peticiones alegando que aunque vivían en aquellos lugares no eran mudéjares sino cristianos viejos, y que sus padres y abuelos se habían casado con moriscas pero que ellos eran cristianos viejos, y se les declaró por tales y no comprendidos en los bandos. Sacaron ejecutorias y fueron muchos los que se quedaron y se les mandaron volver sus haciendas, pero siempre se tuvo por cierto que eran moriscos y que las informaciones fueron falsas, con testigos pagados, y habiendo el conde de Salazar hecho la expulsión... al poco tiempo se volvieron a sus lugares, y aunque andaban retirados y escondidos se tuvo noticia dello y se envió a don Jerónimo de Avellaneda, el cual prendió a muchos, los condenó a galeras y a otros que huyeron en ausencia a muerte, con que por entonces no quedó ninguno, y pasados dos o tres años se volvieron otra vez los huidos, y vino el licenciado Rodrigo de Cabrera, alcalde de Corte de Granada, y procedió contra ellos y los condenó en azotes y galeras... pero apenas se hubo vuelto se tornaron los huidos, y aunque las justicias los corrían, prendían y castigaban no había medio de apartarlos de aquella tierra y padecieron grandes trabajos hasta que el año de 26 el Reino puso por condición que no se procediese más contra los moriscos que se habían vuelto, y V. M. lo concedió, y desde entonces se están quieta y pacíficamente en aquellos lugares, y siempre han vivido con mucha sujeción y paz, sin haber cometido delitos atroces ni dar mal ejemplo, antes bien han parecido buenos cristianos, y son más respetuosos de las órdenes de V. M. y las que mi padre y yo como Adelantados les hemos dado que los demás lugares. Es gente humilde y muy temerosa, y en cuanto a la sospecha de que se comuniquen con otros moriscos de este Reino, y en particular con los de la villa de Alcira, juzgo tiene poco fundamento, porque en este Reino son muy pocos los que han quedado y vuelto, y lo que pueda causar sorpresa se origina de que mucha gente de este Reino [de Valencia] se ha pasado a vivir a aquellos lugares, con que se ha continuado la correspondencia que hay en este al otro, y quizás por defraudar los derechos de las mercaderías que se pasan de una parte a otra, que es cosa muy ordinaria, se comunican con recato y por sendas escusadas».

A la vista de este informe, el Consejo de Estado opinó que no había motivo de alarma y que bastaría escribir al obispo de Cartagena que los curas vigilaran si los moriscos vivían como cristianos. El monarca dio su conformidad.

Lomas (2011, p. 74), piensa que la permanencia morisca en el Reino debió de ser significativa, alcanzando al menos 3.500 moriscos, diferencia entre número máximo estimado de expulsados y el total de moriscos mudéjares. En agosto de 1615 en consulta del Consejo Estado se menciona que había tantos moriscos que «parecía que no se ha hecho la expulsión» . En esta línea encontramos un documento de 1634 en el que se resume lo que había sucedido durante la expulsión y los años sucesivos a la misma. Se relata que en el momento de la expulsión muchos de los mudéjares moriscos presentaron ejecutorias de cristianos viejos y que el licenciado Aguayo Alcalde de Guardas de Castilla «los declaró por cristianos viejos y no ser por ello comprendidos en los bandos, sacando ejecutorias con que requirieron a los justicias de los lugares donde habitaban y en esta forma fueron muchos los que se quedaron y se les mandaron volver sus haciendas que se les habían secuestrados…». Durante los años sucesivos volvieron muchos mudéjares y fueron perseguidos y castigados, hasta que en 1626 Felipe IV mandó que no se procediese más «contra los moriscos mudéjares que habían sido expulsados y se habían vuelto…» .

Ya el 20 de febrero de 1614 el Conde de Salazar había dado por finalizada la expulsión sabiendo que habían quedado bastantes moriscos mudéjares y pidió al Monarca que no se investigase a ninguno de ellos, pero que se tuviera especial vigilancia con aquellos que volviesen.

José Pascual Martínez

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  LAPEYRE, H. (2009), p. 212.

  GUADALAJARA Y XAVIER, M. (1614), f. 64r. FRAY JAIME BLEDA (2001) [1618], Corónica de los moros de España, Valencia, p. 1.060; parece que este lo copia del anterior.

  Los moriscos del valle de Ricote, Alicante, Universidad.

  Toma como referencia los datos aportados por JUAN IGNACIO GUTIÉRREZ NIETO (1969), «Evolución demográfica de la cuenca del Segura», en Hispania, nº 111 (1969), pp. 25-115 [48], asignados en torno al año 1620, cuando, en realidad, se refieren a 1648

  AM Mu Ac Caps. 1613-1614, f. 231.

  MARCOS DE GUADALAJARA Y JAVIER, Prodición y destierro de los moriscos de Castilla hasta el valle de Ricote. Pamplona. 1614.

  CHACÓN 1992, p.133, citando a T. HALPERIN DONGHI, Un conflicto nacional. Moriscos y cristianos viejos en Valencia, Valencia, 1980, p. 239.

  BORONAT y BARRACHINA, 1901, t. II: 287. Consulta del 8-VIII-1615.

  AGS, Est. 2653.

  LAPEYRE (1959), Apéndice XIX.