Presentar un marco general que describa la situación de los moriscos en la monarquía católica, y en el Reino de Murcia de forma más concreta, ofrece problemas serios. Para empezar, se suele tomar como punto de partida el proceso de expulsión, y una vez señalado, se intenta responder al por qué, y a la pregunta de quiénes eran estos cristianos rechazados por la monarquía más católica del orbe. Parece como si solo en ese instante los moriscos tuvieran relevancia desde su conversión (la única excepción sería la Guerra de las Alpujarras). Y nada más lejos de la realidad. El papel económico, social, cultural de esta minoría es indudable: como agricultores, como artesanos, como médicos... Pero es que además son protagonistas en hechos tan señalados como las Germanías valencianas; o como los distintos proyectos de evangelización y asimilación propuestos en diferentes obispados españoles. En segundo lugar, la consideración de los moriscos como una identidad única, compacta, de rasgos definidos y generales: “todos son uno”, expresión que se utilizaba en la época. Una vez más, la realidad es otra cosa. Por eso, hablar de los moriscos de España es hablar de los moriscos de Valencia, de Aragón, de Granada, de Castilla, de Murcia. Aún más: de los moriscos de Hornachos, de Granada, de Ricote... Hasta ese nivel de comarca o localidad es preciso descender para poder realizar más tarde una síntesis que no sea una mera caricatura.

Ya sabemos que hasta principios del siglo XVI no hay moriscos en España. Hay musulmanes convertidos, casos aislados, pequeños episodios. Pero no moriscos. José María Perceval escribe:

“Los moriscos son una entidad creada por el universo cristiano en el siglo XVI tanto legalmente – conversiones forzadas y medidas reglamentarias para la cristianización del colectivo – como mentalmente – construcción de un estereotipo que se va modelando a lo largo del siglo sobre la base de los textos de polémica contra el Islam”.

La creación de ese estereotipo cuaja en la sustantivación del adjetivo “morisco”. Según Bernard Vincent, la utilización del término “morisco” como sustantivo data de 1520, aproximadamente. Y se impondrá de forma casi definitiva tras la Segunda Guerra de las Alpujarras, en 1568-70. Al mismo tiempo, se seguía utilizando la terminología más neutra, con denominaciones como Cristianos Nuevos, Cristianos Nuevamente convertidos, o Cristianos nuevos de moros.