Emigración musulmana de Murcia
Emigración musulmana de Murcia
Pablo Pineda

Situación general en los siglos XIV y XV


Poco a poco la situación se iba volviendo asfixiante para los mudéjares murcianos. La población cristiana crecía, se imponía, e imponía sus mecanismos para romper la identidad islámica de los pobladores musulmanes de Murcia. Por su parte, como en cualquier otro rincón de la geografía peninsular, los mudéjares buscaban la movilidad geográfica como vía de escape. De ahí la migración permanente entre reinos (de Castilla a Aragón; de Aragón a Navarra...), o entre jurisdicciones (del señorío al realengo, o viceversa), según fuera la circunstancia del lugar y del momento. Esta movilidad, tan beneficiosa para una comunidad como la de los mudéjares, era restringida en tiempos de guerra o banderías, tan frecuentes en el siglo XIV y XV, en los que era necesaria la limitación de movimientos de la población.

Para doblegar definitivamente a la comunidad mudéjar, se tomaron decisiones drásticas que afectaban a las fibras más sensibles: el culto público. Quizá en este punto empiece la historia de uno de los tópicos más extendidos sobre el mundo morisco, el de la taqiyya o disimulación, como veremos más adelante.

En 1481 en Concejo de Murcia pide a la Corte la aprobación de la siguiente medida:

...veemos por espirencia grandes ynconuinientes e deseruiçio de Nuestro Redento Ihesus Christo e de su Santa Fe, tanto que redunda en menospreçio della, a causa que los moros cantan el Açala a bozes en las torres de sus mezquitas, que suplicamos a vuestra alteza mande lo tal no se faga de la çibdad de Xativa aca en todo este regno de Murçia, porque sy solo en este çibdad se fiziese, los moros desta cibdad e de su comarca se despoblarian e se yrian a otros lugares cercanos donde lo tal no fuese vedado, lo qual vuestra alteza deue mandar con pena que se guarde”.

Algo que, de forma implícita, significa que a ojos de las autoridades cristianas los musulmanes estaban aun lo suficientemente apegados a su religión que la prohibición de practicarla en Murcia podría conllevar su emigración a territorios cercanos en donde aun fuera lícita la práctica del Islam. En el Reino de Murcia esta situación tenía especial importancia, dado que no solo era frontera con la Corona de Aragón, sino que la Diócesis de Cartagena, restaurada en el año 1250, extendía su jurisdicción  hasta una parte de la Corona de Aragón, la Vega Baja del Segura.

Hay que recordar que, de momento, estamos hablando en lo principal de las morerías concejiles, mudéjares asentados en los principales núcleos del Reino. Entre sus ocupaciones laborales destacan las de jornalero, artesano del esparto, arrieros, artesanos del vidrio o de la cerámica, y sobre todo, artesanos del metal, destacando como herreros, cerrajeros, lombarderos (fabricantes de armas de fuego), torneros o caldereros. Gran importancia tuvieron también en el trabajo del lino y, sobre todo, de la seda, lo que les daba ocasión a solicitar licencias para desplazarse a distintas poblaciones según fuera la campaña de trabajo (de Lorca a Murcia, por ejemplo, como muestra J.F. Jiménez Alcázar). Eso implica, además, que el morisco es muy apreciado como mano de obra por los concejos, que harán todo lo posible por no perder a estos trabajadores expertos y sufridos.