La situación en la Región de Murcia a principios del siglo XIX era lamentable, a las sequías y epidemias que se venían padeciendo desde el siglo anterior, se suma la censura, la cual será neutralizada en esta etapa únicamente en un breve periodo de la Guerra de Independencia.

Durante la Guerra de Independencia y las Cortes de Cádiz la intensa actividad política aumentó la demanda informativa. En 1804 apareció el Diario de Cartagena que pasó a ser en 1808 el órgano oficial de la Junta de Defensa de la Ciudad y dejó de publicarse en 1809, y el Correo de Murcia (1808-1813) de tendencia liberal, ambos son testimonio de la actuación de las Juntas ante la invasión, del desarrollo de la guerra y de los enfrentamientos ideológicos de estos años.

En 1808 fueron constituidas Juntas en las principales localidades por las autoridades civiles y religiosas encargadas, entre otros menesteres, de contribuir al avituallamiento del ejército revolucionario, lo que agravó aún más la precaria situación de la Región. Además, en varias poblaciones como Lorca, Murcia, Moratalla y Caravaca se sufrieron saqueos por parte de las tropas napoleónicas entre los años 1810 y 1812.

En cuanto a lo que se refiere a la prensa, a partir del Decreto de 10 de noviembre de 1810 sobre la libertad política de la imprenta, proliferaron las publicaciones periódicas y en Murcia se autorizó la libertad de escribir y publicar a cualquiera sin necesidad de licencia o revisión. Además, por este Decreto se suprimieron los juzgados de imprenta y la censura aunque se permitió la previa eclesiástica, la cual, para asegurar esa libertad y controlar su abuso, creó una Junta de Censura en cada provincia y una para toda la nación, la Junta Suprema de Censura.

Desde este momento el periódico pasó a convertirse en el principal vehículo de difusión de las ideas liberales y de instrucción para el ciudadano. Nació la prensa política y con ella la opinión pública. A este momento corresponden publicaciones que ofrecen diversas ideologías y tendencias políticas, entre ellas cabe destacar El Observador del Segura (1813-1814) dirigido por Bartolomé Colomar, favorable a las reformas; El Caviloso (1814) partidario de la causa fernandina, dirigido por Luis Santiago Bado; y una nueva Gazeta de Murcia (1814) del realista y defensor del absolutismo Luis Muñiz y Casajuz.