Siyâsa fue una típica población rural musulmana protegida por una alcazaba que coronaba el cerro y edificada junto a una importante fuente de agua para el cultivo, el río Segura. Las primeras referencias documentales al caserío de Siyâsa pertenecen a fuentes árabes, en concreto al geógrafo al-Udri, que en el siglo XI lo identifica con un enlace en el itinerario que comunicaba las ciudades de Cartagena y Toledo. No obstante, en esos momentos no era reconocido aún como un asentamiento significativo.

   La caída del Califato a mediados de este siglo XI y la inestabilidad política reinante propiciaron la unión de pequeñas poblaciones rurales en torno a un castillo, dando lugar al nacimiento de numerosas alquerías junto a sistemas de riego y cultivos. A tenor de esta circunstancia, es posible que Siyâsa comenzara a experimentar cierto incremento poblacional a finales del siglo XI y primeros del XII, contando en su etapa de máximo esplendor (segunda mitad del XII y primeros del XIII) con un caserío de cerca de 787 viviendas y más de 4.000 habitantes. Durante el siglo XII los textos árabes aún se refieren a Siyâsa como a una alquería dependiente del hins de Ricote, sin embargo, se trataba de una población de cierta consideración que recibía la denominación de alquería por razones administrativas. A mediados de esta centuria, el geógrafo al-Idrisi la menciona en sus escritos bajo la designación de hins o población fortificada provista de una alcazaba. En su época más importante el crecimiento demográfico le permitió gozar de mayor entidad y convertirse en núcleo independiente de Ricote, además de articular el territorio que se expandía a sus pies, salpicado de alquerías que abastecían de recursos agropecuarios al caserío estable de las laderas del Monte del Castillo de Cieza.

   La agricultura constituía la principal fuente económica de la población, basada en el regadío de las zonas cercanas al río Segura a través de la construcción de nuevas acequias y de la mejora de los canales construidos por los romanos. Es probable que durante los siglos XII y XIII los habitantes del caserío siyâsí adaptaran los regadíos fluviales y reorganizaran las huertas atendiendo a los nuevos aprovechamientos de la tierra, así como a las necesidades de una población en constante crecimiento, pasando de un sistema de riego segmentario a otro más complejo y unitario.

  El Caserío

   En la ladera del Monte del Castillo de Cieza se gestó un caserío que, tanto por el número de viviendas como por el de habitantes se aproximó a una medina o ciudad islámica. Su origen se localiza alrededor del siglo XI, fecha de construcción de las primeras casas, existiendo otras con una cronología más reciente de los siglos XII y XIII. Prácticamente la totalidad de la ladera fue edificada con viviendas, aunque también habría comercios y baños públicos, así como una mezquita. Existieron dos barrios comunicados mediante una calle principal, de la que ha sido recuperada una parte en las excavaciones acometidas.

   Las viviendas de Siyâsa presentan una estructura compuesta por un patio central con cuatro crujías desde el que se accede a la práctica totalidad de estancias de la casa. En ocasiones, los alojamientos disponen de piso superior ocupado mayoritariamente por alcobas. El resto de dependencias eran la cocina, salones, establo, habitaciones de servicio, letrinas, tinajeros o cuartos de abluciones, pórticos y galerías. Se trata de habitaciones replegadas hacia el interior, ocultándose de la vista pública debido a la férrea conciencia de privacidad de la familia andalusí. Por este motivo están ausentes las ventanas y miradores hacia la calle, siendo la única conexión con las vías públicas la puerta de entrada realizada en zaguán acodado para proteger la intimidad del patio. Existían dos tipos de viviendas según su estructura y superficie: casas de tipo elemental, con menos de 50 m² y que carecían de alguna de las cuatro crujías del patio; y casas de tipo complejo, con una superficie que podía sobrepasar incluso los 200 m². Con el paso del tiempo, las viviendas más grandes se fueron dividiendo para acoger a los nuevos miembros de la familia y las parcelas libres que existían entre casas fueron ocupadas, lo que llevó a la ciudad a una saturación que aparece reflejada en los hallazgos arqueológicos de la ladera.

   La defensa de la población

   El elemento defensivo más importante en la población de Siyâsa era el hisn o alcazaba. Esta fortaleza protegía al caserío ubicado en la ladera del cerro, así como a las alquerías que salpicaban la vega del Segura. De la zona más escarpada partían dos lienzos de muralla que prácticamente rodeaban al poblado y protegían los sectores más expuestos. La alcazaba era una fortaleza funcional que rentabilizaba al máximo las defensas naturales del terreno y el espacio que ocupaba. En ella se podrían alojar los vecinos de la población en caso de ataque enemigo, contando con una estructura defensiva dividida en dos recintos separados por un gran muro de tapial: inferior o albacar y superior o celoquía.

   El albacar era el perímetro mayor, delimitado por tramos de tapial ubicados en las zonas accesibles, adaptándose al terreno. En el interior de este recinto se construyó un gran aljibe dividido en tres compartimentos que aseguraba la disposición de agua en momentos de asedio. Comunicada con el albacar a través de una puerta de madera bajo un arco de herradura se encontraba la celoquía, el sector de la alcazaba más abrupto y elevado. Se trata de un recinto completamente rodeado por murallas de tapial, que conserva el primer piso de una torre ubicada en la esquina norte, desde la que parten dos lienzos de muralla que salvaguardan la totalidad del poblado habitado.

   El final de Siyâsa

   Tras el Pacto de Alcaraz de 1243 el territorio pasó a manos castellanas, con la garantía de respetar las propiedades, usos y costumbres del pueblo andalusí sometido. A cambio, Castilla recibiría tributos, ocuparía las fortalezas y repoblaría las nuevas tierras. Las medidas adoptadas por Alfonso X el Sabio para castellanizar el territorio generaron una sublevación por parte de la población mudéjar en 1264, que sería aplacada tras dos años de lucha. No obstante, los restos arqueológicos de Siyâsa indican que el abandono por parte de la población siyâsí fue pacífico, ya que las viviendas presentan síntomas de un lento período de abandono, que fue consumado tras la visita en 1272 de Alfonso X.

   Los primeros repobladores de la zona ocuparon las viviendas abandonadas por los musulmanes, como revelan los hallazgos de modificaciones en puertas y tabiques, graffitis en los muros, un horno, numismática cristiana, restos de hogueras en el centro de estancias e incluso huesos de cerdo en los pozos negros. Pronto estos nuevos habitantes dejaron Siyâsa para establecerse en el lugar donde actualmente se encuentra la ciudad de Cieza, propiciando el abandono definitivo del caserío andalusí y el nacimiento de Cieça. Como sucedería con la mayoría de alcazabas existentes en el territorio murciano, la de Siyâsa pasó a manos de la Orden de Santiago, en el año 1281; dos siglos después, en 1457, era destruida por el adelantado de la Corona en uno de los episodios de la guerra entre manueles y fajardos.

   La actualidad de Siyâsa

   Durante los siglos posteriores, Siyâsa fue quedando sepultada bajo toneladas de tierra y olvido, aunque sería mencionada en escritos por historiadores y personajes relacionados con la zona. Entre ellos destacan fray Pascual Salmerón y Juan Lozano, por la descripción de las ruinas siyâsíes realizada en el siglo XVIII, Ramón María Capdevila, a principios del siglo XX, así como Joaquín Salmerón Juan, Julio Navarro Palazón y Pedro Jiménez Castillo, en época reciente.

   Durante los años 80' y 90' del siglo XX se iniciaron las labores arqueológicas para recuperar esta parte tan importante del patrimonio ciezano, realizando trabajos de excavación en 19 viviendas, estudio de estancias, delimitación de la muralla, consolidación de estructuras y planimetría general del yacimiento. Años más tarde, a comienzos del siglo XXI, se emprendió una nueva iniciativa organizando Campos de Trabajo para aficionados y estudiantes de arqueología, al objeto de continuar profundizando en la historia del yacimiento. En los últimos años, gracias a fondos FEDER de la Unión Europea y a la colaboración de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, el Ayuntamiento de Cieza y el Museo de Siyâsa, se han conseguido importantes avances en el conocimiento del yacimiento y de la Historia de Cieza.