El Cañón de los Almadenes ha sido habitado desde época paleolítica, hace más de 12.000 años, según demuestran los hallazgos arqueológicos. En las cuevas y abrigos rocosos que acoge este estrecho pasillo ciezano de rocas y agua existen restos de pobladores, que vieron en estos parajes el lugar idóneo para asentarse, aprovechando los ricos recursos naturales que rodean el enclave. El agua del río Segura ha sido un elemento primordial para el avance de las sociedades prehistóricas que han habitado la zona, evolucionando de cazadores-recolectores a ganadero-agricultores.

   Las culturas del Neolítico ciezano comenzaron con el cultivo de cereales, que se extendería hasta el mundo romano. En época Imperial también se utilizó una de las cuevas de este cañón como refugio y abrigo, pero sería una obra hidráulica, la que destacaría como proyecto de futuro: la realización de lo que en la actualidad se conoce como una acequia. Estas acequias, que partían desde las cercanías de la Cueva-Sima de La Serreta, se verían multiplicadas con la llegada de los musulmanes, que también aprovecharían las surgencias de agua cercanas para crear salinas de interior en el cauce de las ramblas.

   Con el paso del tiempo se explotarían también recursos como las canteras de piedra, que afloran en diversas partes del Cañón de los Almadenes, pero sería en el siglo XX cuando se instaló en la zona, aprovechando la fuerza del agua del río Segura, una Central Hidroeléctrica que aún continúa en funcionamiento. En los últimos años la proliferación del turismo de naturaleza ha sido un aliciente más para conservar la belleza del cañón, haciendo hincapié en reforzar el sentido cultural y medioambiental que desde tiempos pretéritos ha acompañado a las aguas del Segura en su paso por Los Almadenes.