La sociedad cazadora-recolectora paleolítica y epipaleolítica

   Durante el Paleolítico Superior, en el territorio que actualmente conforma el municipio de Cieza se dio un crecimiento vigoroso de la población que, al igual que sus contemporáneos de otras latitudes en la Península Ibérica, basaba su economía en la caza y la recolección. En las tierras que rodeaban Cieza comienza a generalizarse la caza de ungulados de tamaño medio como la cabra, el caballo y el ciervo, con un aprovechamiento intensivo de los mismos, ya que se utilizaba su carne, pieles, tendones, grasas, huesos e incluso las cornamentas para realizar útiles de uso diario o pequeños objetos decorativos.

   Las migraciones de estos animales cubren distancias menores que los grandes herbívoros cazados durante el Paleolítico Medio, por lo que la distribución espacial del ser humano también cambiará, tendiendo a la concentración tanto en sentido lineal como altitudinal. De esta forma, los abrigos ubicados en las cercanías del Cañón de los Almadenes y el Barranco de Los Grajos comenzaron a contar con asentamientos que se nutrían de recursos tales como el agua o la abundancia de animales para la caza. La movilidad de las residencias comenzaba a determinarse por el acceso a las materias primas.

   A pesar de que los movimientos de los pobladores comenzaron a abarcar un menor espacio, continuaron dándose los desplazamientos costa-interior dada la cercanía del mar, a escasamente 80 kms., circunstancia que ha quedado de manifiesto por el hallazgo en los Abrigos de Los Grajos de restos de fauna marina transformados en adornos o menaje con datación paleolítica. Con el paso del tiempo los grupos paleolíticos reorientaron sus estrategias y cambiaron sus hábitos en la obtención de los recursos que les proporcionaba la naturaleza, posiblemente debido al aumento demográfico. Se trata de un momento en el que la sociedad pasó de ser cazadora-recolectora a ganadero-agrícola, aunque este cambio se vivió de diversas formas y en momentos también diferentes en función del lugar del planeta en el que nos encontráramos.

   La sociedad ganadero-agrícola neolítica y eneolítica

   El cambio hacia una sociedad ganadero-agrícola entró de forma gradual con la llegada del Neolítico. En este período se comienzan a vislumbrar nuevas características tanto en el campo económico como en la vida diaria que muestran claramente el paso de una sociedad a otra. En el trabajo de útiles líticos se da el pulimentado mediante abrasión por rozamiento de piedras granulosas, consiguiéndose un moldeado superficial que llega a lograr extremos afilados o apuntados. Cambiaría también el hábitat, comenzando a construirse poblados en llano mediante cabañas; los enterramientos y las pinturas rupestres que se relacionan con ellos mostrarían un punto de inflexión en las creencias religiosas así como en la utilización de rituales mágicos, apoyados incluso en ídolos rojos sobre paredes de cuevas, simas y abrigos. Además se asiste al nacimiento de la cerámica y al comienzo del sedentarismo por parte de unas comunidades que rompen con la temporalidad anterior e incrementan el número de habitantes.

   Fases del neolítico

   Neolítico Antiguo. Se da en las montañas y zonas más húmedas. Sus habitantes aún son pequeñas comunidades que viven temporalmente en cuevas y abrigos rocosos próximos a cursos fluviales, lugares de fácil abastecimiento de agua tanto para la agricultura como para la ganadería. Aún perviven algunas tradiciones epipaleolíticas. La cerámica cardial (realizada mediante la impresión sobre la arcilla fresca de una concha llamada cardium edule) es un elemento significativo para demostrar cierto control sobre la cocción de los objetos y un punto de unión con otras zonas del Mediterráneo Central y Occidental.

   Neolítico Pleno. En este período comienzan a existir lugares de hábitat ubicados al aire libre y continúan dándose las cerámicas cardiales, aunque aparecen piezas lisas sin decoración.

   Neolítico Final. Los pobladores de este período abandonan casi de forma generalizada el hábitat de cueva, comenzando a escoger lugares para instalarse que tienen en cuenta la proximidad de los campos de cultivo y las zonas de pastos para los animales. Son poblados con un mayor número de habitantes, viviendas circulares u ovales de materiales perecederos situados en la costa, en llanos fluviales o en terrazas ligeramente elevadas sobre cursos fluviales.