La localización del yacimiento de La Bastida responde a criterios de carácter económico y estratégico, dominando una amplia extensión agrícola, que era la base de su subsistencia, con múltiples posibilidades ganaderas y cinegéticas, así como con abundancia de recursos forestales y mineros. Otras actividades económicas especializadas de notable importancia en el poblado eran la producción metalúrgica y cerámica, mientras que la actividad textil, el curtido de pieles, así como la pesca están escasamente representadas en La Bastida.

El rico entorno natural

    Asentado en las estribaciones de la Sierra de La Tercia, en el Valle del Guadalentín, dispone de la presencia de esta red fluvial y de la Rambla de Lébor, que bordea el poblado por su margen izquierda, uniéndose por el Sur con el Barranco Salado, quedando de este modo más de la mitad del perímetro del poblado circundado por un curso de agua. El área inmediata de captación de recursos, de un kilómetro de radio en torno a La Bastida, ofrecía una amplia gama de posibilidades a sus habitantes, con la presencia de los mencionados cursos hídricos, recursos faunísticos como ciervos, cabras, lobos, jabalís, conejos, perdices, reductos de coníferas, herbáceas, vegetación de tipo fluvial, madera para el laboreo y construcción, leña para el hogar, focos caloríficos para la elaboración de cerámicas o metales, raíces comestibles, frutos silvestres, plantas medicinales y esparto. Las tierras eran cultivables, disponían de pasto para el ganado doméstico, a lo que se unía la presencia de filones de cobre y canteras donde extraer diversos tipos de piedra, así como barro para la construcción, arcillas, yeso y ocre.

Otras zonas de abastecimiento

    Más allá de esta zona inmediata al poblado, se extiende un abanico de posibilidades, que incluye las estribaciones de Sierra Espuña, la comarca de Aledo, La Manilla, con sus ricos minerales de cobre, la Sierra de La Tercia, las ramblas de Los Arcos, al Norte y Los Molinicos, al Sur, los terrenos llanos de Totana y parte del valle del Guadalentín. El área secundaria de captación, de 10 kilómetros de radio, era explotada por los habitantes de La Bastida de manera ocasional. En ella debían contar con la presencia de otros núcleos de población, como El Lienzo y Cabeza Gorda, que supondría un posible factor de conflicto dadas las interferencias entre las respectivas áreas que obligarían a compartir recursos.

    En cuanto a las relaciones comerciales con otros asentamientos, hay que destacar el papel de La Bastida como núcleo principal de una serie de poblados de menor entidad y el control político y comercial que ejercía sobre ellos, los cuales actuaban como productores de unos elementos que intercambiaban o entregaban en el poblado principal. La presencia de vértebras de pescado como partes de un collar en la tumba 52 de La Bastida pone de manifiesto que existiría también un intercambio entre el poblado totanero y los asentamientos costeros.