El ritual

   En la necrópolis de El Cigarralejo el ritual seguido para efectuar las deposiciones es, en esencia, el mismo que en el resto de las tribus ibéricas de la alta Andalucía, sureste y levante peninsular. El cadáver es quemado en una pira de leña o ustrinum, situado en las cercanías de la necrópolis y, a continuación, los restos calcinados del difunto junto con el ajuar funerario entregado al mismo por sus conciudadanos, son depositados en una fosa o lóculo, practicada en el suelo de la necrópolis. La fosa se rellena con tierra, a veces mezclada con los propios carbones y maderas de la pira, o bien las cubrían completamente de barro, arena o incluso pequeñas piedras, hasta llegar al nivel del empedrado que serviría de base a la configuración exterior de la incineración. A continuación, es tapada con una cubierta pétrea o encachado tumular que da por concluidos los actos del enterramiento en sí.

   En Cigarralejo, D. Emeterio Cuadrado ha podido distinguir hasta 26 modelos distintos de fosas entre tipos y sus variantes. Se trata por lo general de un hoyo de unos 40/45 centímetros de profundidad por aproximadamente 100/130 de longitud y anchura media de unos 50/60 cm.; podemos encontrar pequeñas oscilaciones en todas estas dimensiones. Así se han documentado fosas redondas, enlucidas o no; irregulares, en forma de ocho o un tanto ovaladas. Sin embargo, la mayoría de las fosas localizadas tienen una forma de tendencia cuadrangular/rectangular con los ángulos redondeados.

   Cuando el ajuar posee urna cineraria (en el Cigarralejo en torno al 50% de los enterramientos) se han detectado algunos subtipos específicos para encajar bien la urna en posición vertical. Por ejemplo, mediante un hoyo supletorio más profundo, donde colocar la urna o bien calzándola con piedras para que quede bien sujeta en posición vertical. Por último, mencionar otros casos en los que se construyeron dos fosas independientes para introducir la urna por un lado y el resto del ajuar en la segunda fosa. No faltan ejemplos en esta necrópolis de enterramientos dobles (hombre y mujer) donde, debajo el túmulo de piedras aparecieron dos fosas, cada una con su respectivo ajuar funerario de tipo masculino y femenino. A lo largo de los más de doscientos años que estuvo en servicio la necrópolis de  Mula, no se producen cambios significativos en la configuración de las fosas aunque si cambian considerablemente las estructuras pétreas exteriores y los ajuares funerarios.