Características generales

   La mayor parte de los hábitats prehistóricos de la Región, al menos los paleolíticos, se concentran en zonas montañosas que presentan cuevas o abrigos en zonas de difícil acceso, desde las cuales se controlan amplios territorios de los cuales se abastecen sus pobladores.

   Son zonas ricas en recursos naturales, no sólo porque jalonan los cursos altos de cursos de agua estables, como el río Segura, también por el gran número de afluentes y ramblas presentes en la Región y junto a los cuales se localizan gran parte de los yacimientos prehistóricos.

   Junto al agua, los grupos prehistóricos buscaban otros recursos naturales, tanto faunísticos como de flora. En una época de nomadismo, la existencia de los habitantes de la Prehistoria estuvo caracterizada por una continua lucha por la supervivencia basada en la recolección de raíces o frutos silvestres, caza de animales salvajes y pesca; cuando éstos se agotaban se trasladaban a otro territorio.

   El Neolítico marcó un punto de transición; el hombre domestica animales y plantas, explota los recursos naturales no sólo como supervivencia sino con intención de comerciar con ellos, se vuelve sedentario y comienza a abandonar abrigos y cuevas por hábitats al aire libre. En este caso, y posteriormente en el Calcolítico y la Edad del Bronce, los patrones que guíen la elección del emplazamiento del poblado serán parecidos; próximos a recursos de agua, en zonas bien protegidas y abastecidas y desde las cuales se controla una gran extensión de terreno.

   Recursos naturales en Mula

   La comarca de Mula está enclavada entre formaciones montañosas, de gran calidad y diversidad ambiental, como son Sierra Espuña, la Sierra del Cambrón y la Sierra de Ricote, elevaciones que, junto con los Llanos del Ardal y Cajitán, la Vega del Río Mula y los paisajes erosivos de los badlands, constituyen el conjunto de paisajes y sistemas naturales de Mula.

   Sierra Espuña, como el resto de serranías mencionadas anteriormente, es un macizo montañoso formado por rocas paleozoicas y mesozoicas. Esta morfología es perfecta para el hábitat de los hombres prehistóricos, ya que contaban con abrigos y cuevas para protegerse del frío en la etapa paleolítica y eran zonas de difícil acceso y de posición estratégica para defenderse de posibles depredadores; al mismo tiempo desde ellas podrían ver los movimientos de humanos y animales en las zonas de valle. Además, tenían numerosos centros de abastecimiento de agua, imprescindibles para su supervivencia, como Fuente Caputa, con un curso de agua permanente que alberga una flora y fauna características.