Muralla del poblado de Molinicos (Moratalla)
Muralla del poblado de Molinicos (Moratalla)
Interior de una casa de Molinicos (Moratalla)
Interior de una casa de Molinicos (Moratalla)


   Las sociedades ibéricas están insertas en una cultura material de la Edad del Hierro Pleno y sus modos de vida pueden definirse como de economía de subsistencia, basada en unas actuaciones agropecuarias, algo de comercio y cierta industria artesanal como la confección de ropa y vestidos, cerámicas o armamento. Es decir, nos encontramos con un mundo protohistórico. Acorde con estos adelantos podemos señalar sus materiales de construcción y técnicas empleadas, teniendo en cuenta que quedan muy alejadas de las obras que se realizan en otros ámbitos del Mediterráneo como Grecia u Oriente Próximo.

   Características generales del urbanismo ibérico: las murallas

   Los poblados situados en altura suelen estar protegidos por una muralla de piedra aunque, en ocasiones, solamente el zócalo es de piedra y a partir de cierta altura el muro se sigue construyendo con ladrillos de adobe (barro secado al sol). Por lo general el módulo de piedras que cimenta la muralla es grande, llegando a colocar unidades de hasta uno o dos metros de longitud. Las piedras quedan encaradas y encajadas a hueso, esto es, sin argamasa alguna que las una. Las cercas defensivas suelen tener torres de forma  cuadrangular/rectangular que protegen la puerta o puertas de acceso, pero también los largos lienzos defensivos. Los adobes se sitúan encima de los paños construidos con piedras a hueso. Varían en función del tamaño del muro, pero suelen adaptarse al formato de la muralla construida.

   Las viviendas

   En el interior de los poblados donde no hay un urbanismo planificado las casas se adaptan a la topografía del terreno en la medida de lo posible, compartiendo morfología las unidades habitacionales de cada manzana. El aspecto de unas casas a otras puede variar por estas circunstancias pero, por lo general, las características constructivas son: formas rectangulares de 9/8x4/3 metros en la relación largo/ancho. El zócalo de los muros perimetrales se hace con piedras de tamaño medio entre 40/60 centímetros colocadas a hueso, hasta una altura variable que puede oscilar entre los 70/100 centímetros. Encima, la pared se continúa con adobes.

   La cubierta, mayoritariamente a un agua, con pequeñas vigas de troncos que se apoyan en los muros laterales de la construcción; encima se ponía un cañizo sobre el que se colocaba barro amasado, que le confería consistencia e impermeabilidad y finalmente ramajes, tierra láguena en algunos casos y en las esquinas y sitios que hubieran quedado más vulnerables se disponían una serie de lajas de piedra que evitasen que las posibles inclemencias del tiempo arrancasen parte de la techumbre. Para terminar de fijar la techumbre se solía colocar uno o dos postes a modo de viga en el centro de la habitación para que ayudase en el reparto de las cargas de la cubierta junto a los apoyos de los muros laterales.

   No es frecuente encontrar tabiques interiores en las habitaciones, únicamente pequeños vasares o rebancos para la colocación de las cerámicas relacionadas con los usos domésticos. Algunas de las casas se construyen de forma semisubterránea excavando el nivel habitacional por debajo del de uso de la calle aprovechando por lo general la pendiente del terreno. En este caso los muros de piedra son mayor altura, consiguiendo espacios más frescos para el verano. Las calles rara vez se pavimentaban y no hay constancia de que hubiera caminos estables, tal y como posteriormente existirán en el mundo romano peninsular.