Dos órdenes religiosas estaban autorizadas para el intercambio y rescate de cautivos: los hermanos de la Merced y los Trinitarios. Ambas mantenían un vicario apostólico en Argel para asistir y aliviar en lo posible a los hombres, mujeres y niños que permanecían retenidos en las principales ciudades berberiscas del norte de África: Argel, Túnez, Trípoli, La Mamora o Salé. Estas órdenes llevaban a cabo las misiones de redención, expediciones de rescate de cautivos, que solían estar financiadas tanto por las familias como por la limosna de vecinos y cristianos piadosos. Las cuantías económicas exigidas por los corsarios eran muy elevadas y los frailes Trinitarios y Mercedarios debían realizar un gran trabajo para recaudar los fondos que permitieran la liberación de los prisioneros, trabajo que estaba muy reconocido por la sociedad de la época. El número de cautivos que llegaron a rescatar de manos del infiel fue muy elevado, miles de personas, según algunos autores. No obstante, eran muchos los que no siendo rescatados se convertían en esclavos de los musulmanes. Otros, no soportando la dureza del cautiverio, optaban por renunciar a su fe, normalmente católica, y abrazaban el Islam a cambio de su libertad.

     La Orden de la Santísima Trinidad (Trinitarios)

     Familia religiosa fundada por el francés San Juan de Mata en 1198. Es la primera institución oficial en la Iglesia cristiana dedicada al servicio de la redención de cautivos con las manos desarmadas, sin más armadura que la misericordia y con la única intención de devolver la esperanza en la fe a los hermanos que sufrían bajo el yugo de la cautividad.

     La Orden de la Merced (Mercedarios)

     Su fundador, Pedro Nolasco, nació en una villa del condado de Toulouse, en el sur de Francia, pero vivió desde muy joven en la ciudad de Barcelona. El 10 de Agosto de 1218, el Rey Jaime I 'el Conquistador' constituyó oficialmente la Orden Religiosa de la Merced, reconocida por la ley civil del reino. Los Mercedarios pronunciaban cuatro votos: pobreza, castidad, obediencia y estar dispuestos a entregarse como rehenes y dar la vida, si fuese necesario, por el cautivo en peligro de perder su fe. La Orden de la Merced llegó a Murcia en 1265, siendo la iglesia de la Merced de Murcia uno de los más importantes monumentos artísticos del patrimonio murciano.

     Proceso de rescate

     A mediados del siglo XVII, el proceso de rescate se fue regulando y a comienzos del siglo XVIII constaba de las siguientes fases:
1- En primer lugar, los frailes redentores pedían permiso al Rey para negociar con el Bajá, nombre que se le daba en el Imperio Otomano al hombre que ostentaba un mando superior en calidad de virrey o gobernador de una provincia. Se creaba así el pasaporte, documento que protegía de los piratas y corsarios africanos a los redentores y miembros de la embarcación mientras durara la redención y que fijaba el número de redimidos y el precio de cada uno de los cautivos.
2- Con este documento, los frailes pedían al Real Consejo de Castilla permiso para publicar la redención, con el fin de recaudar limosna para el rescate.
3- Recaudado el dinero necesario, los religiosos tenían que conseguir una Real Cédula de autorización para sacar monedas y metales preciosos del territorio nacional y gestionar con propietarios de carruajes y buques el transporte por tierra y mar.
4- Una vez en territorio musulmán, la negociación era compleja, ya que las autoridades norteafricanas intentaban no cumplir con lo pactado en el pasaporte, tanto en el precio como en la selección de los cautivos, intentando cambiar esclavos jóvenes y fuertes por ancianos y enfermos.
5- Durante el proceso, el escribano real de la redención estaba obligado a llevar un libro-diario de la operación, en el que hacía constar detalladamente las actividades, contabilidad y filiación de los rescatados.