A comienzos del siglo XVI, durante el reinado de Carlos V, las actividades berberiscas en el Mediterráneo eran constantes. En esa época, los turcos contaban con un caudillo temible, el sultán de Constantinopla, Solimán II 'el Magnífico', que en 1520 había sucedido a su padre y nombrado almirante al pirata Jeredín Barbarroja. El predominio turco en el Mediterráneo, y su alianza con Francia, multiplicaba los ataques y embestidas protagonizadas por los corsarios. Desde la segunda mitad del XVI, los corsarios norteafricanos incrementaron su presencia en el Mediterráneo. Gracias a las enseñanzas de marinos holandeses, tuvieron acceso a técnicas náuticas que les permitieron llegar hasta Islandia y saquearla. No hay que olvidar que si bien el corso cumplía para el Imperio otomano el objetivo de desgastar al enemigo (en especial al Imperio Español) también suponía una forma de vida y acumulación de riqueza bastante generalizada en lugares como Liorna, Malta, Túnez, Salé o Argel. Estas ciudades se convirtieron para los corsarios en una base donde abastecerse, reparar los navíos, encontrar tripulación y establecer mercados desde los que vender a los cautivos.

     Las acciones corsarias más destacables en el Mediterráneo Occidental fueron:
-La toma de Túnez por Barbarroja. Con esta conquista, los corsarios se hicieron con un importante emplazamiento en el Norte de África, pero no por mucho tiempo, ya que un año más tarde, Carlos V logró poner en el trono tunecino a un vasallo suyo.
-La conquista de Trípoli en 1551. Importante cabeza de puente en el Mediterráneo Occidental y lanzadera de acciones berberiscas en los territorios hispánicos.
-El asedio turco a la isla de Malta en 1565. Los ataques y asedios a emplazamientos del Mediterráneo realizados por el imperio turco estuvieron respaldados por corsarios.

     Las costas españolas sufrieron durante más de dos siglos los ataques de piratas berberiscos, en especial las costas mallorquinas, algunos puntos de la costa valenciana, las poblaciones costeras del Sur de Andalucía y el litoral murciano. Tampoco se libraron de las embestidas corsarias las islas atlánticas, siendo en 1593 invadida Fuerteventura y Lanzarote en 1771 y 1618, tras lo cual los corsarios pasaron por San Sebastián de la Gomera, saqueándola y destruyéndola.

     En la costa murciana, el problema de la piratería y del corsarismo norteafricano se recrudeció a raíz de la conquista de Granada y la definitiva expulsión de los moriscos. El litoral del Reino de Murcia se convierte en una frontera amenazada permanente por desembarcos que arrasaban cosechas y caseríos y cautivaban a sus moradores con el fin de obtener rescate.

Entre los ataques más destacados a las costas de Murcia podemos señalar:
-El ataque fallido de 1561 el día de Santa Mónica a través de las Algamecas (Cartagena).
-El ataque a Mazarrón de 1585, que acabó con una cruenta batalla, de la que salió victorioso el pueblo de Mazarrón.
-El ataque a Cartagena de 1587.
-El desembarco de 1596 en Mazarrón, reprimido con dureza por el general Sepúlveda, que dio muerte a ocho corsarios y colgó sus cabezas a la entrada de la ciudad de Mazarrón.
-El ataque a la costa murciana de 1602 protagonizado por Morato Arráez.
-La toma de la Torre de Cabo de Palos en 1637, que acabó con la muerte del alcaide.