Consejo Real
Bien saben vuestras mercedes las tres cosas necesarias para el buen desarrollo de una guerra: dinero, provisiones y hombres.
Mis señores los Reyes han creado la Santa Hermandad con el objetivo de asegurar la paz en los caminos del reino, pero sobre todo para recaudar dinero y hombres de armas que colaboran cada primavera en las campañas militares contra Granada. Este año los pueblos del Reino de Murcia han pagado más de medio millón de maravedís a la dicha Hermandad para financiar en parte la guerra contra los moros. Además, por ser tan comarcanos a la frontera, deben aportar alimentos para las milicias que se concentran aquí.
Consejo Real, corregidor y Concejo municipal se reunieron el pasado lunes en el palacio del obispo para deliberar sobre todo aquello relacionado con el abastecimiento del ejército que emprenderá su marcha contra el reino nazarí en pocas semanas. Se ha ordenado que los vecinos de Murcia aporten una cantidad total de 3.000 fanegas de trigo y 10.000 de cebada en forma de harina, antes de 15 días. Para asegurarse de la recolección de toda la harina que hay en las casas de los vecinos, los jurados de cada barrio irán casa por casa notificándolo cada tres días. Recaudar todo esto no ha de ser problema ya que, loado sea Dios, este año del Señor de 1488 ha sido de buenas cosechas. En razón de ello, se ha ordenado adelantar también la siega de trigo para el avituallamiento. Asimismo, gallinas, carne y pescado completan las provisiones que necesitan las tropas reales durante el transcurso de la campaña estival.
Con motivo de la estancia de los reyes y la concentración del ejército, Murcia es un hervidero de gentes. Mercaderes, boticarios, carniceros, tenderos, y muchos comerciantes acuden al calor de los negocios y esperan enriquecerse. Por eso el Consejo Real ha tenido que fijar los precios de los cereales, para evitar la especulación. Los hombres que vengan a la guerra contra los moros tienen asegurado el condumio. Ahora tendrán que demostrar su valor.
Sus altezas quieren juntar para esta campaña el mayor número de hombres posible. Ya se han hecho los llamamientos y están concentrándose en Murcia y Lorca las tropas de la Santa Hermandad, de las Órdenes Militares, los vasallos de los grandes señores y las milicias concejiles. Todos irán bajo el mando del rey don Fernando y sus capitanes de guerra.
A esta ciudad de Murcia sus Altezas han pedido 100 caballeros a la jineta armados con lanzas y 1500 peones entre ballesteros lanceros. Irán juntos bajo el pendón de la ciudad, y a las órdenes del Adelantado don Juan Chacón.
Los ciento de caballo están prestos, porque esta tierra ha mantenido la guerrilla de frontera durante largos años y sus hombres cabalgan a la jineta con gran maestría. Pero no podrán juntar tal número de peones, porque las villas de frontera no están tan pobladas como las de allende los puertos. Además, se le han cargado muchos impuestos en dinero y en alimentos, tanto que el Concejo irá a quejarse ante los reyes, pues se sirven de esta ciudad con toda la gente de ella, y tiene tantas necesidades que no las pueden sufrir.
Los regidores de Murcia han preparado los padrones de hombres y de riqueza de la ciudad y han pedido audiencia ante el Consejo Real, que reside en las casas del obispo. Llevarán los documentos y habrán de negociar, con gran sutileza, una rebaja del número de peones y de los impuestos exigidos.
Las negociaciones con el Consejo Real han sido satisfactorias para la ciudad y una vez más los Reyes muestran su comprensión y generosidad. Murcia aportará finalmente 100 diestros caballeros a la jineta y 900 peones (en lugar de los 1500 que pedían).
El Concejo ha ordenado que todos los hombres de caballo y de pie de esta ciudad que van a la guerra contra los moros, salgan el primero día de Pascua a San Antón, a hacer el alarde. Han de salir todos y exhibirse ataviados para la guerra, los caballeros con sus caballos y armas, los lanceros con sus lanzas, los ballesteros con sus ballestas y los espingarderos con sus espingardas a punto de guerra.
En la ciudad se respira el entusiasmo de los vecinos por ver a tan valerosos hombres. Todos ellos irán juntos bajo el pendón de la ciudad, portado con orgullo por el regidor Rodrigo de Arróniz, elegido para la tarea por su maestría e inteligencia en el arte de la guerra. Además irán voluntariamente a la campaña dos caballeros regidores y varios jurados, a pesar de tener privilegio de exención.
Las soldadas que ofrece el rey a los militares son muy parcas, pero el concejo añadirá un sobresueldo para elevar la moral de la tropa murciana. A los caballeros les dará 18 maravedíes diarios y a los peones 5. También pagará un sueldo especial al Alférez que lleva el pendón y a los regidores y jurados voluntarios.
Todo está presto para la campaña. Sus Altezas han dispuesto la salida de las tropas de Murcia el día después de la fiesta del Corpus, para unirse con el resto del ejército en Lorca y de allí marchar sobre Vera. Y este cronista acompañará al rey don Fernando hasta la ciudad de Lorca.