Dado que, a diferencia de los recipientes utilizados en el servicio de mesa, se trata de envases en los que no se persigue ninguna finalidad estética, en tanto están reservados a otros usos, como su exposición al fuego, frecuentemente talleres locales abastecieron a las ciudades de éstos. No obstante, también para esta categoría cerámica destacan dos grupos:
-La cerámica itálica, caracterizada por la presencia de partículas negras brillantes, propias de las arcillas campanas.
-La cerámica africana, caracterizada por sus colores rojizos y anaranjados, pastas normalmente depuradas y borde frecuentemente ahumados.

   Lucernas y unguentarios

   Las lucernas son lámparas de aceite destinadas a la iluminación. Se realizaban a molde. Constan de un depósito central, cubierto por el denominado disco, en el que se abren orificios para la ventilación y alimentación. Dicho disco está rodeado de un margo y ambos habitualmente se decoran con motivos varios, que van desde los más elementales de tipo vegetal o geométrico a la composición de verdaderas escenas, con una variada temática. La mecha prende por la denominada piquera, que se suele situar en un extremo del canal que comunica con el depósito. En algunos casos, la lucerna podía presentar más de un pico. Si en época republicana dominan las producciones de barniz negro, posteriormente se realizarán con distintos engobes y técnicas decorativas. Junto a las producciones importadas, en la ciudad romana también se emplearon otras más elementales, compuestas de una cazoleta circular, en cuyo centro se situaba la piquera, con forma cilíndrica.

   Destinados a la contención de ungüentos y perfumes, presentan una forma esencialmente piriforme, con alto pie cilíndrico, ensanchado en el cuerpo y nuevamente estrechado en el cuello, rematado por fino borde. Muy pronto alternarán con los ungüentarios realizados en vidrio, que se van generalizando.