Las excavaciones   

    Los trabajos fueron rápidos. Consistieron, en principio, en la excavación del subsuelo de la iglesia en el extremo noroeste, el lugar donde se produjo el derrumbe del anterior agosto, con el objetivo primordial de alcanzar la roca del monte y com-probar los cimientos del templo. Ninguno de los participantes tenía conocimientos ni experiencia en trabajos arqueológicos, por lo que la excavación no tuvo ningún significado científico, fuera de recuperar medallas y restos de las abundantes sepulturas del subsuelo. La primera noticia pública fue un artículo de Manuel Marco en el Eco titulado Restauración de la vieja catedral de Cartagena.

   Valoraciones   

    No debe extrañarnos que Marco fuera el portavoz. Tenía una relación estrecha con la administración local, era amigo personal tanto de Baldasano, que trabajaba en el abastecimiento de aguas de la ciudad, como de Mancha, el arquitecto municipal que dirigía los trabajos, y es muy probable que diera su opinión, por sus conocimientos de Historia del Arte, en el estudio de los restos. Además era, como ya vimos, el representante de aquellos que veían en la restauración del templo una costosa utopía sin mucho sentido, impresión probablemente compartida por los excavadores. No es raro, por tanto, que la primera imagen fuera totalmente negativa. El templo no tenía valor artístico y su estado era de total ruina. ''...es preciso gastar mucho más de lo que se había creído para llevar a cabo la restauración por las malísimas condiciones en que el templo fue construido...'' El Eco de Cartagena, 16.04.1877

    Pero los defensores de la restauración no se conformaron con esa conclusión, y Manuel González, el principal defensor de la adecuación del templo, respondió rápidamente en otro artículo, proclamando la importancia histórica de la catedral para Cartagena y hablando, por vez primera, de los hallazgos arqueológicos que se habían realizado, que a su juicio demostraban sus teorías. ''Nosotros la hemos visitado también dos veces en estos días, y ayer pudimos ver en los trabajos de excavación un bellísimo pavimento de mosaicos de menudas piedras blancas y encarnadas, así como algunos restos de objetos de cerámica, entre los que vimos también el asa delicadamente trabajada de una vasija, y la base o parte inferior de un pequeño lacrimatorio, todo lo cual creemos ha de favorecer mucho a nuestras teorías en fueros de antigüedad.'' El Eco de Cartagena, 17.04.1877

    El contraataque de Marco fue inmediato, y sólo dos días después publicó un nuevo artículo criticando ásperamente la capacidad como historiador de González y su defensa de la tradición. ''...Tengo la convicción de que si el celoso Sr. González o cualquier otro cartagenero o forastero tiene la fortuna de hallar datos o noticias la comisión facultativa les agradecerá muchísimo que se la faciliten...'' El Eco de Cartagena. 19.04.1877

    Sin embargo, la principal preocupación de Marco, de la ''comisión facultativa'', de las autoridades e incluso del cabildo episcopal era terminar las obras cuanto antes. El dinero disponible de la suscripción se había agotado y sólo las donaciones de un financiero local, Guillermo Ehlers, permitían su continuación provisional. Ninguna autoridad estaba dispuesta a asumir las grandes sumas que implicaría no sólo estabilizar los cimientos del templo, sino también acometer su restauración y continuar con el estudio de los restos hallados. De hecho, Marco trató de minusvalorarlos:''...respecto a esos mosaicos hallados a cierta profundidad, que quizás sean adorno de algún antiguo enterramiento, hasta ahora no puede saberse a que responden.'' El Eco de Cartagena, 19.04.1877