La formación

    La evidencia arqueológica de que disponemos depende de dos factores importantes como son la actividad humana y las condiciones naturales. Ambos van a definir una serie de procesos postdeposicionales que afectan al modo en que fueron sepultados los hallazgos y a lo que les sucedió después. Estos procesos son vitales para la reconstrucción adecuada de la vida humana en el pasado y por lo tanto para el conocimiento del acontecer histórico.

    En este caso nos estamos refiriendo -tras el abandono de la ocupación humana- al proceso de amortización y colmatación de unas estructuras,  en las que la techumbre y los muros se han degradado, tienen una caída espontánea  y generan un material -de origen constructivo- que entremezclado puntualmente con desechos domésticos (cerámicas, huesos, etc...) es transportado por los agentes naturales en los que la erosión eólica y fluvial cuentan con un papel relevante en la sedimentación. A partir de ahí, el material se dispondrá en estratos según las condiciones naturales de deposición. Sin olvidar, por supuesto, la actividad humana que puede modificar el depósito mediante diversas actividades como fosas de expolio, vertederos, cimentaciones, enterramientos, etc.

    Los estudios de Arqueología que se han especializado en la investigación de cómo se crea un yacimiento, han demostrado que la formación de niveles arqueológicos de escombros se inicia con la caída de las estructuras del techo, se continúa con el desplome de las estructuras murarias en las cuales caen siempre en primer lugar las partes más altas respecto a las más bajas. Estos escombros de tejados y muros son los que cubren los pavimentos de ocupación y entierran también la base de los muros que conservarán una altura determinada dependiendo del grosor de escombros que los proteja.

    Caracterización

    Partiendo de esta sucesión de hechos físicos, los contextos de amortización documentados en Cartagena se caracterizan por un potente estrato de disolución de adobes, de textura arcillosa y muy compacto, de coloración intensamente anaranjada si bien en ocasiones tiene tintes grisáceos debido a los componentes orgánicos. Incluye fragmentos de escombros de las propias edificaciones aportando un material cerámico escaso, aunque enormemente valioso a nivel cronológico.

    Este estrato cubriente de las estructuras, a pesar de su homogeneidad de visu, no es único, se muestra más bien como un paquete de estratos de composición similar depositados en momentos distintos, aunque consecutivos según los agentes intervinientes. Al respecto, resultan muy aclaradores los análisis sedimentológicos realizados en  la zona del PERI-CA-4 (Barrio Universitario) de Cartagena con motivo de un proyecto de arqueología preventiva .

     En este estudio se definió de un modo genérico una sucesión de estratos muy similares, podemos citar como ejemplo la secuencia del sondeo nº 7, realizado en el cruce entre las calle del Alto y Antiguones, a 21,85 m. sobre el nivel del mar.

    El sondeo 7 aportó a partir de la cota -1,22 m., una concatenación de niveles caracterizados por la presencia de adobes disgregados con coloraciones anaranjadas y grisáceas, texturas arcillosas aunque en cotas inferiores más limosas y arenosas, con alguna capa intermedia de  láguenas violáceas compactadas.

    El estudio sedimentológico realizó 5 muestras, en profundidades que oscilaban entre 1,22 m. y  2,78 m., en todas ellas se hacía referencia a derrumbes de estructuras con láguenas y sobre todo adobes.

  • En el tramo superior (muestra 2) la distribución textural mostraba un predominio de fracciones arenosas asociadas a la degradación de elementos estructurales, la presencia de láminas indicaba que la degradación había sido lenta, la curva semilogarítmica presentaba un trazo tendido, sin irregularidades aparentes, lo que hacía pensar en cierto proceso de selección natural con una movilización del sedimento por arroyadas consistentes.

  • Por el contrario los tramos intermedios (muestra3) mostraban un mayor porcentaje de fracciones finas de color rosado con pasadas anaranjadas y bandas de arcillas más oscuras, la curva de rasgos naturales evidenciaba la presencia de un derrumbe constituido básicamente por adobes, al tiempo que repartidos por toda la muestra se documentaron restos de argamasa, arenisca y carbones.

  • Entre 1,66 y 2,04 m. de profundidad (muestra 4) había un mayor porcentaje de fracciones gruesas que parecían indicar un derrumbe in situ que convivía con arrastres de la parte más alta de la ladera.

  • La muestra inferior (nº 5), realizada entre 2,04 y 2,40 m., tenía limoarcillas oscuras de carácter masivo, con carbones y materia orgánica que correspondería aparentemente a un derrumbe e incendio de cubiertas de madera, con presencia de materia orgánica vinculada con actividad humana.

  • La superficie de este estrato de colmatación, de tendencia niveladora del depósito arqueológico, se muestra muy endurecida y con un alto porcentaje de carbonatos, que nos sitúa ante un sedimento que ha evolucionado expuesto en superficie a los agentes ambientales, indicando la exposición prolongada en el tiempo a procesos erosivos al aire libre, justificando plenamente la interpretación como hiatus ocupacional.


    Como podemos observar los niveles de abandono están bien definidos y en su conjunto se contextualizan de abajo arriba como las fases sucesivas de derrumbe y colmatación.