La Familia: base de la sociedad

    La sociedad de Carthago Nova era esencialmente urbana y daba gran importancia a la vida política, guerrera y a sus relaciones sociales, las cuales se desenvolvían en las casas y espacios públicos, tales como el Foro, el Anfiteatro o los Baños.

    La familia era la unidad básica de la sociedad y el canal por el que se transmitía la riqueza y condición social. El lugar del romano en la sociedad estaba en función del puesto que ocupase en la jerarquía social, de su pertenencia a una familia y de su participación en la red de relaciones personales que partía de la unidad doméstica.

    La familia  estaba integrada en la gens, una comunidad formada por varias familias con un antepasado común.

    La pertenencia a una determinada gens comprendía una serie de derechos y obligaciones con respecto al resto de los miembros: deber de socorro mutuo, derecho de tenencia sobre las propiedades de la gens, posesión de un lugar de sepultura común, solemnidades religiosas comunes, obligación de no casarse dentro de la gens, derecho a llevar el nombre de la gens, etc.

    La familia era una unidad política, económica y religiosa, cuyos integrantes estaban vinculados entre sí por un vínculo civil, la "agnación" (parentesco por vía masculina), constituyendo la familia 'proprio iure', que incluía todos los parientes unidos por un mismo pater familias (cabeza de familia).

    Cuando un pater moría, cada hijo varón se convertía en sui iuris y jefe de su propia familia, pero entre esas personas que habían estado bajo la autoridad del mismo pater seguía habiendo un vínculo 'agnaticio', que conformaba la familia communi iure.

    El matrimonio tenía una importancia capital en la vida romana, y sus efectos no se limitaban al ámbito doméstico. Para ser ciudadano había que ser hijo de padres unidos en legítimas nupcias, y de ello dependían los derechos que propiamente constituían la ciudadanía; en la esfera privada, los derechos de poseer, testar y heredar, y en la pública el de votar en las asambleas y aspirar a las magistraturas.

    Además, los romanos poseían tres nombres: el prenomen o nombre personal, el nomen, que distinguía a todos los individuos descendientes del mismo tronco familiar o gens, y el cognomen, que hacía referencia a alguna característica física o psíquica del individuo, al oficio o procedencia del sujeto.

    Grupos sociales

    La estructura social romana básicamente estaba dividida en dos grandes grupos: los hombres libres (ciudadanos, libertos y clientes) y los esclavos.

    Ciudadanos

    Podían participar de la política, ser sacerdotes e iniciar causas penales, así como ser propietarios y casarse. Se dividen, a su vez, en Patricios y Plebeyos.

    Patricios: Hombres libres con derechos civiles y políticos, descendientes de los fundadores de Roma, constituyen la aristocracia de sangre y el grupo social más rico. Poseían grandes latifundios.

    Plebeyos: Hombres libres con derechos civiles y políticos completos desde el siglo III a.C. Forman la mayoría de la población romana y proceden, sobre todo, de los pueblos sometidos y de la inmigración. Son campesinos, comerciantes, artesanos y clientes.

    Al equipararse políticamente patricios y plebeyos, la antigua nobleza de sangre pierde gradualmente su importancia y deja paso a la nobleza de los cargos públicos (Orden Senatorial) y a la nobleza del dinero (Orden Ecuestre).

    La inmensa mayoría de la población de Roma puede ser englobada bajo el nombre de tercer estado (plebeyos pobres), y en ella predominaba el proletario (proletarii), cuya existencia giraba en torno al lema panem et circenses.

    Clientes

    Ciudadanos libres que voluntariamente se ponían bajo la protección de una persona rica (patronus-patrón). Eran en origen ciudadanos pobres, generalmente extranjeros, ligados a ciertas familias patricias. Recibían la protección y ayuda del jefe de la familia o patronus. A su vez, tenían sus obligaciones para con el patrono: respetarlos, no pleitear contra él, votar a su favor en las elecciones, etc.

    Libertos

    Todos los esclavos podían recuperar la libertad si el amo así lo decidía. Entonces pasaban a ser libertos. El antiguo dueño seguía siendo, no obstante, el patrono de sus libertos que incluso tomaban su praenomen y nomen. No eran ciudadanos completos, carecían de plenos derechos. Trabajaban por su cuenta y en época imperial algunos llegaron a ser ricos y poderosos. En Carthago Nova se dedicaron principalmente al comercio y a la artesanía y podían ser sacerdotes del culto al emperador (ordo augustalium).

    Esclavos

    Los esclavos pertenecían en propiedad a otra persona y solían ser prisioneros de guerra, ciudadanos condenados por la justicia con la pérdida de su libertad o hijos de otros esclavos.

    Las élites de Carthago Nova

    Uno de los aspectos a destacar en la sociedad de Carthago Nova es la presencia de una élite local conformada por dos grupos diferenciados.

    Por un lado, se encontraban las familias de tradición minera, descendientes de quienes llevaron las riendas de la explotación en los últimos siglos de la República y, probablemente, depositarios de las magistraturas en el momento de promoción de la colonia.

    En el otro lado se hallaba el grupo de personajes vinculados de manera clientelarmente a las familias itálicas de época cesariana y augustea, pero también, posiblemente, gentes de origen local, como el L. Iunius L. F, T.n. Paetus que aparece en los altares del teatro.

    En el último cuarto del siglo I a.C, estas élites dotaron a Carthago Nova de un renovado protagonismo debido a sus vínculos con la esfera imperial. Es la época en la que la ciudad asiste a una importante renovación urbanístico-arquitectónica promovida por las élites, que establecieron un reparto disociado y organizado de sus funciones, en razón del cual las familias de tradición minera se ocuparían de las acuñaciones monetarias, mientras que el otro grupo de pudientes impulsaría el cumplimiento de la reconversión urbana.

    La documentación epigráfica y numismática revela cómo estas familias nombraron patronos y lluiri honoríficos de la colonia entre los principales miembros de la familia Caesaris y de los herederos políticos de Augusto; destacan Agrippa, Cius y Lucius césares. Tales personajes financiaron parte de las obras monumentales de la ciudad, granjeándose el prestigio y reconocimiento social, así como su acercamiento al círculo imperial.  El coste restante de las obras era asumido por los miembros de las élites urbanas.