Los vértices de la política de Carthago Nova

    La organización política y administrativa de Carthago Nova en época Imperial (27 a.C - 476) compartía similitudes con la del resto de colonias del Estado Romano.

    En el mundo romano la política local se encontraba reservada a grupos aristocráticos que representaban en su comunidad los intereses de Roma. Estos grupos dirigentes estaban organizados a partir de diversos estamentos políticos que ejercían el poder a través de dos vértices institucionales: el Senado y las Magistraturas ciudadanas.

    El primero tenía su sede en la Curia, un monumental edificio emplazado en el centro administrativo, político y social de la ciudad: el Foro. La Curia fue una de las principales construcciones que se levantaron en los centros monumentales de las diferentes poblaciones que se beneficiaron de la dignitas urbis, título obtenido por Carthago Nova en época de César (siglo I a.C).

    El Senado fue una institución que gozó de enorme poder durante la República romana (509 a.C-27 a.C), cuando era el epicentro de la esfera político-social y disponía de carta blanca en política exterior, así como en la administración de las provincias, la gestión de los fondos públicos e incluso la justicia.

    No obstante, con el advenimiento del Imperio y la concentración del poder en la figura del emperador, el Senado, al igual que la mayoría de instituciones romanas, fue perdiendo atribuciones e importancia.

    Por su parte, las Magistraturas ejercen el poder ejecutivo que lleva a efecto las directrices marcadas por la corporación decurional. La máxima autoridad eran los duunviros, encargados de elaborar el censo, designar jueces, administrar las finanzas y velar por el cumplimiento de las reglas religiosas de la ciudad.

    Por debajo de este rango, se encontraban los ediles y los cuestores. Mientras que los primeros vigilaban la seguridad pública, organizaban los juegos y regulaban el funcionamiento de los mercados, los segundos hacían lo propio con el tesoro público y la recaudación de impuestos.

    Los magistrados eran elegidos en unos comicios anuales abiertos donde participaba toda la ciudadanía local.

    También formaban parte del aparato oficial los cargos religiosos. En el ámbito del conventus carthaginensis los testimonios epigráficos son numerosos y permiten atestiguar el grado de implicación de los distintos estamentos en la propagación del culto al emperador. En las inmediaciones del Foro de Carthago Nova se alzaba la Sede Colegial de los Augustales, actualmente conocida como Augusteum, entre cuyos muros los sacerdotes o augustales se encargaban del culto al emperador en la ciudad. 

    El conventus Carthaginensis

    En el siglo I a. C, el emperador Augusto llevó a cabo la división de Hispania en tres provincias: Hispania Ulterior Bética, con capital en la actual Córdoba, Hispania Ulterior Lusitania, cuya capital era Emerita Augusta (Mérida) y, por último, la Hispania Citerior Tarraconense, provincia donde se localizaba Carthago Nova y cuya capitalidad fue ostentada por Tarraco.

    Las provincias estaban gobernadas por un pretor, precónsul o cónsul, dependiendo de la importancia estratégica o la conflictividad de la misma. En el caso de la Tarraconense el dirigente era un pretor dependiente del emperador.

    A su vez estas provincias estaban divididas en 'conventus' o partidos jurídicos, con sede en las ciudades más significativas de la zona. Carthago Nova era la capital del convento Carthaginensis y gozaba de cierta relevancia política dentro del Imperio, en virtud de su especial relación con el entorno de Augusto.

    Vrbs Carthago Nova: capital de la provincia Carthaginensis

    Hacia el siglo III los emperadores Caracalla y Diocleciano realizan nuevas divisiones administrativas. Este último distribuye la Tarraconensis en tres provincias: Gallaecia, Tarraconense y Carthaginense, de la que fue capital Carthago Nova.

    La Carthaginensis se encontraba en el centro y sureste de la Península Ibérica, abarcando la actual Región de Murcia, la parte oriental de Andalucía, gran parte de la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha, Comunidad de Madrid y algunos territorios del sureste de Castilla y León.

En este momento de la historia, Hispania constituye la Diocesis Hispaniarum, administrada por un vicarius Hispaniarum especial y la provincia Carthaginensis se encuentra gobernada por un caballero, vir perfectissimus, denominado praeses.