La riqueza en minerales de las sierras litorales que rodean Cartagena y la explotación de los productos relacionados con el mar como los salazones hizo que durante los siglos de dominación romana de Carthago Nova fueran numerosas las villas que se levantaron en los alrededores de la ciudad. Así surgen villas como El Paturro, Las Mateas o Los Ruices.

    Pero también existirían algunas relacionadas con la explotación agrícola de cereal y los enclaves de comerciantes a lo largo de la costa.

    Las villas eran residencias situadas en la periferia de las ciudades y sus utilidades podían estar relacionadas con el recreo o la explotación agrícola y ganadera.

    Su origen parece encontrarse en las villas griegas del siglo V a.C., apareciendo en Roma durante el siglo IV a.C. El crecimiento económico acaecido en la Península Itálica durante los siglos III y II a.C. hizo que desaparecieran la mayoría de pequeños propietarios creciendo los latifundios y las grandes villas que se encontraban en su interior, viviendas de la familia poderosa dueña de la explotación. A partir de ese momento estas residencias se van a construir cada vez más sofisticadas y decoradas, más aún tras la instauración del Imperio Romano y el gusto de los emperadores por habitar verdaderos palacios retirados de las urbes.

    Estructura de una Villa

    Al igual que las domus romanas, las villas se construían en torno a un atrio o gran patio central y podían disponer de otros espacios abiertos dentro de la vivienda. Se pueden distinguir tres tipologías de villas durante la dominación romana del Mediterráneo:

    Villa urbana o suburbanae. Se trata de residencias aristocráticas romanas que tendrían su máximo desarrollo a partir del siglo I a.C. y que se encontraban en el extrarradio de las urbes. Una de sus características principales consiste en que comienza a imponerse el peristilo sobre el atrio como centro dominante de la vivienda. Su estructura podía elevarse en un segundo piso y reflejaba la riqueza y poder de sus propietarios.

    Villa rústica. Guardaba numerosas similitudes con las anteriores aunque con menor ostentación de lujo. Pertenecían a grandes terratenientes dedicados a la explotación agropecuaria por lo que existían dependencias con funciones específicas a tal efecto como por ejemplo la vivienda del encargado de la explotación o Vilicus, edificios para el ganado, pajares, estancias donde trabajar y almacenar el grano, establos, huertos, etc.

    Villa imperiales. Tras la instauración del Imperio Romano durante el siglo I d.C. y después del gobierno de Augusto, los emperadores comenzaron a edificar residencias e las afueras de las grandes ciudades con una protección específica y una grandiosidad imperial, tanto en el tamaño como en la decoración, dando muestras del poder del nuevo régimen. En la Península Itálica aún quedan algunas de estas grandes villas entre las que destaca la construida para Adriano en Tívoli.