Las viviendas habitadas por las clases altas en el interior de la ciudad de Carthago Nova se denominan Domus. Su origen parece remontarse en la Península Itálica a los etruscos ya que las primeras domus conservadas de los siglos IV-III a.C. parecen recordar a modelos construcciones de esta cultura.

    Las domus romanas presentaban una marcada simetría axial (al igual que la mayoría de su arquitectura pública), así como la profusión en la decoración de mosaicos en los pavimentos y pintura en los alzados, dependiendo del nivel económico de cada familia. Otra de las características significativas era la ausencia casi total de ventanas o aberturas hacia la calle desde el piso inferior de la vivienda  para asegurar de esta forma la vida privada de las familias romanas (algunas de ellas podían disponer de dos pisos y abarcar una manzana completa).

Domus en Carthago Nova

    En Carthago Nova, las excavaciones realizadas durante las últimas décadas han sacado a la luz diversas domus que permiten conocer la influencia romana en las construcciones cartageneras y la adaptación al terreno, específicamente en las laderas de las cinco colinas de la ciudad portuaria.

    Dos de las viviendas mejor estudiadas y musealizadas en los últimos años son la Casa de Salvius y la Casa de la Fortuna. Estos nombres vienen marcados por detalles en los mosaicos decorativos que se encuentran en su interior. En el caso de la primera una de sus estancias contiene un mosaico conservado completo y personalizado con el nombre de SALVIUS, aunque aún no se tienen datos seguros de si se trata del dueño de la casa o de la persona encargada de realizar el mosaico. En la Casa de la Fortuna destaca en su entrada principal un mosaico de bienvenida que reza FORTUNA PROPITIA, de ahí su nombre actual.

 Estructura de una domus

    Aunque existen multitud de estructuras diferentes para las domus romanas, generalmente todas contaban con una serie de dependencias fijas y otras que iban disponiéndose en su interior según la superficie de terreno con la que contaban y las necesidades de cada familia.

    Las estancias más representativas son:

    Fauces. Se trata de la entrada principal de la vivienda, el corredor que comprende desde la puerta hasta el atrio. En el suelo solía existir un mosaico de bienvenida para el visitante o una advertencia para el intruso.

    Atrio. Es una de las estancias principales de la casa ya que actúa como eje vertebrador del espacio interior de la domus. Aunque existen diversas tipologías, con asiduidad el atrio presentaba forma cuadrangular o rectangular desde la que se podía acceder a dependencias situadas en dos de sus lados y una tercera entrada de mayores dimensiones que llevaba directamente al peristilo o una de las habitaciones más representativas de la vivienda, el tablinum. El atrio era el lugar de reunión familiar y podía contener un pasillo porticado que lo recorría en su totalidad. Las aguas de los tejados derivaban la lluvia hacia el interior del atrio, siendo recogida en una pileta o pequeño estanque llamado impluvium. Además de la función de recolección de aguas el atrio también poseía la de iluminación y aireación interna de la vivienda. En las domus de mayor tamaño los atrios se decoraban profusamente, llegando a poseer tamaños que los acercan a peristilos y hortus. Uno de los ejemplos mejor conservados en la ciudad de Cartagena es el de calle Soledad que contiene un mosaico decorado con delfines y un hueco circular en el centro para canalizar las aguas.

    Cubiculum. A ambos lados del atrio se ubicaban estancias dispuestas a modo de dormitorios que podían quedar cerrados por llave. En su interior se disponían las camas, muebles bajos auxiliares, lámparas y braseros.

    Triclinium. Una de las estancias relacionadas con la representatividad social de la familia que habitaba la domus era el triclinium o comedor. Los romanos tomaron por influencia griega la costumbre de comer recostados en lechos y divanes de características similares, lo que se denominaba "echarse a comer". Las dimensiones de estas habitaciones no solían ser considerables salvo contadas excepciones y normalmente disponían de tres lechos adosados a las paredes laterales y final de la habitación, lo que permitía en algunas ocasiones realizar este mobiliario de mampostería. Para proteger a la familia o sus invitados de la dureza de la madera o la piedra los lechos se cubrían con toda una serie de almohadones y cojines. En el hueco central de la dependencia se disponían mesas que eran servidas por esclavos. Las paredes del triclinium estaban decoradas con pinturas que contrastaban en su color con el suelo. En este último se ubicaba un mosaico cargado de motivos geométricos como se puede apreciar en la Casa de Salvius, Casa de la calle Palas, Casa de la Fortuna o Casa de la calle Soledad en Carthago Nova.

    Peristilo. La aireación de la vivienda, la entrada de luz y la riqueza en decoración tanto ornamental como en elementos constructivos son algunas de las características de otro de los grandes patios de las domus romanas, el peristilo. Esta estancia estaba totalmente abierta al exterior por su zona superior, pero generaba además un pasillo que la rodeaba cubierto por un porticado sustentado mediante columnas. Uno de los ejemplos más significativos de la ciudad de Carthago Nova se ubica en la Casa de Salvius, con columnas jónicas y corintias para el porticado y una pequeña piscina o impluvium central. En el caso cartagenero, a este peristilo se abren estancias tan significativas como el triclinium o el tablinum, aunque el reducido espacio en su ala oeste, debido a situarse la vivienda anexa a una de las principales calzadas de acceso al anfiteatro, hace que no disponga de habitaciones en esa vertiente.

    Tablinum. La sala representativa del propietario. Se ubicaba en el centro del eje axial de la vivienda tras el atrio o el peristilo (a este último modelo pertenece la Casa de Salvius de Carthago Nova). A ella se accedía a través de cortinas y en su interior se encontraba el mobiliario de mayor valor de la vivienda, así como la librería con los archivos familiares y bustos e imágenes de los antepasados. La decoración tanto en pintura como en mosaicos era muy lujosa exaltando de esta forma el prestigio social de su propietario. En uno de los rincones de esta estancia (aunque también podía ubicarse en una estancia independiente, el triclinium o los oecus) se podía encontrar el lararium o espacio destinado al culto doméstico, antepasados y dioses familiares. Eran pequeños altares de madera con forma de templete o nichos abiertos en la pared donde se disponía la imagen del Genius familias y pequeñas estatuas de dioses.

    Oecus. A ambos lados del tablinum y abiertos a él existían dos habitaciones de menores dimensiones que guardaban relación con la representatividad de la familia poseedora de la casa, los oecus. En Carthago Nova, en la Casa de Salvius, existen dos ejemplos cuya conservación les hace tener un papel importante en la musealización del yacimiento arqueológico, especialmente en el situado en el sureste de la vivienda ya que guarda en su pavimento un mosaico en cuyas teselas se puede leer el nombre de SALVIUS.

Cocina, despensa y letrina. Estas dependencias solían quedar alejadas de las estancias representativas de la vivienda ya que de su interior emergían ciertos olores molestos de cara a las reuniones sociales. La modestia de los materiales utilizados para su construcción ha provocado que el paso del tiempo haya arrasado la estructura de estas estancias, disponiendo las excavaciones arqueológicas de escasos vestigios que orienten sobre su estructura. No obstante, a rasgos generales la cocina presentaría un horno, así como un espacio en el que se prepararía el fuego para calentar los alimentos, una mesa y numerosas estanterías para disponer ollas, pucheros, cuencos, platos y cubiertos de los comensales. La despensa, destinada a almacenar provisiones, quedaría orientada al norte evitando de esta forma los rayos solares, contando así con una temperatura más baja que el resto de la casa y facilitando la conservación de los alimentos. Las letrinas serían pequeñas habitaciones rectangulares con diferentes agujeros cercanos a las paredes. Su interior se podía dividir en dos estancias salvaguardando de esta forma la privacidad de sus usuarios. Su ubicación solía coincidir con una de las principales canalizaciones de desagüe de la casa.

    Hortus. El hortus era un jardín o huerto situado en la zona posterior de la vivienda del que disponían las casas con mayor superficie. Se plantaban hortalizas y verduras para el consumo doméstico, aunque también era decorado con esculturas y plantas ornamentales. Con el paso del tiempo y la especulación de las urbes que encarecía el suelo, estos hortus fueron dejando de utilizarse en las ciudades sustituyéndose por peristilos.