Mina de Coto Los Perules
Mina de Coto Los Perules
Vertidos Mineros en Los Perules
Vertidos Mineros en Los Perules


  El estudio de la minería romana ha puesto de manifiesto el extraordinario grado de capacitación de los ingenieros romanos para llevar a cabo extracciones de mineral a gran profundidad, evacuar aguas subterráneas, transportar o elevar el mineral desde los pozos y galerías de laboreo. Destaca por su espectacularidad el Coto Fortuna de Mazarrón, probablemente la más rica de Mazarrón; el volumen de sus terreras, que llegó a cubrir ocho hectáreas, debió superar los 560.000 metros cúbicos (RAMALLO, 1985:53). Destaca la gran galería de desagüe, a 180 metros de profundidad y con una longitud de más de 1800 metros.

  La evacuación de las aguas fue una de las principales dificultades a las que se enfrentaron los ingenieros romanos; además de galerías de desagüe, que dirigían las aguas hacia el exterior mediante una suave pendiente, utilizaron ruedas hidraúlicas accionadas por hombres, medios manuales mediante recipientes (espuertas embreadas, cubos de madera y metal o sacos de cuero) o poleas de cangilones (ANTOLINOS: 2005, pp. 81-82). Otro inconveniente era la consolidación de las minas subterráneas. Utilizaron dos sistemas: la piedra (mampostería) y madera (ANTOLINOS: 2005, p. 76). En Coto Fortuna se halló una galería, que conservaba un entramado construido con madera, con vigas de medio metro de anchura y casi seis metros de longitud. También en Coto Fortuna se conservaban los restos del entibado de un pozo romano, formado por varios anillos de seis tablones enlazados cada uno de ellos por sus extremos. Para la extracción del mineral se utilizaban cuñas metálicas o de madera, martillos diversos, picos provistos de mango de madera, apoyados por rastrillas y palas para cargar el mineral. También se emplea el fuego y el agua alternativamente en el interior de la mina para romper la roca muy dura.

  El transporte del mineral hacia los lavaderos e instalaciones metalúrgicas se realizó de diferentes formas. Era una operación muy penosa, debido a la escasa iluminación y ventilación, el peso del mineral, y la estrechez, pendiente y longitud de las galerías. Generalmente se realizaba a mano, utilizando espuertas y capazos de esparto, que eran llevados por lo trabajadores o bien mediante tornos, poleas, dispuestos en las bocas de los pozos y desde los cuales se elevaba el capazo. Para el izado se utilizaban cuerdas confeccionadas con fibras vegetales o cuero. Las espuertas iban embreadas para garantizar su impermeabilidad y dotarla de más consistencia. Iban armados con costillas de madera, de las cuales dos se prolongaban por su parte superior y se unían con un travesaño, al que se sujetaba el extremo de la maroma o cuerda de extracción, también de esparto embreado. En cuanto a la iluminación del interior de galerías, anchurones o pozos se realizaba mediante lucernas, colocadas en pequeños lucernarios horadados en la roca.