La costa de Mazarrón ha experimentado a lo largo de la Historia notables transformaciones. No es una línea inmutable; si bien en las costas rocosas la transformación es muy lenta, pues es causada por la erosión del mar, en las playas los cambios pueden ser mucho más bruscos, debido a los agentes marinos y, sobre todo, a los aportes de sedimentos procedentes del interior, principalmente de ramblas. Durante la transgresión flandriense, tras la última glaciación (hace 18.000 años), subió el nivel del mar remontándose el tramo de costa comprendido entre la Rambla de Los Lorentes y la Punta de la Rella hacia el Norte, configurándose una serie de islotes (El Castellar, Punta de Gavilanes, Cabezo de los Aviones), que quedaron emplazados a escasos metros de la costa.

    Con el paso del tiempo, la costa volvió a avanzar en dirección a las islas, gracias a los aportes de la Rambla de los Lorentes y los arrastres producidos por los lebeches (vientos dirección Suroeste), incorporándose de nuevo estos islotes al perfil costero. Al interior se creó una zona más deprimida, ligeramente por debajo del mar, donde se creó una pequeña laguna, utilizada desde la Prehistoria como salinas, y que existió hasta hace pocas décadas. Es esta zona de salinas donde los romanos obtenían la materia prima para su floreciente industria del salazón. También las actividades antrópicas han contribuido a la transformación del litoral; la construcción del puerto deportivo de la Punta de la Rella cambió la dirección de las corrientes, depositando nuevas aportes en la Playa del Gachero y desenterrando el yacimiento de Playa de la Isla, donde comenzó a aparecer material cerámico fenicio.

  En cuanto a la vegetación de este zona en el período que nos ocupa, desde el Paleolítico, Neolítico, la Edad de los Metales y romanización, sería muy parecida la actual, teniendo en cuenta que el clima ya desde el Paleolítico Superior debió ser bastante seco; gramíneas, grupos de pinos, plantas textiles como el lino y el esparto o cereales (trigo y cebada), todos ellos característicos de climas áridos y semisecos con escasas precipitaciones. A partir de la época protohistórica se introdujeron nuevas especies, que conviven con las anteriores: hay referencias en fuentes escritas romanas a los cultivos íberos en Murcia, mencionando alcachofas, palmeras, vid, higuera y el olivo. En cuanto a la fauna, los restos óseos documentados en yacimientos desde el Paleolítico Medio son similares a lo largo de la Prehistoria e Historia Antigua de Mazarrón: équidos, bóvidos, capridos, aves y lagomorfos.