El modelo de asentamiento cristiano

     Tras un primer intento en los años inmediatos al Tratado de Alcaraz, bien mediante la intervención real directa, caso de Medina Mursiya, o indirecta a través de las Órdenes Militares, en este sentido destaca el papel de la orden de Santiago (en núcleos como Moratalla), será a partir del fin de uno de los frentes, la frontera con la confederación catalano-aragonesa, cuando comience a consolidarse el asentamiento cristiano.

     Con todo, aún existe la frontera con el Reino de Granada y la costa, determinando que uno de los elementos fundamentales del modelo de asentamiento cristiano sea el militar (murallas)

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     La conquista

         Don Fernando de la Cerda, primogénito de Alfonso X 'el Sabio' y heredero de la Corona de Castilla, fallecía en 1275. Su hermano reclamó entonces sus derechos sucesorios frente a los hijos del finado y frente a su propio padre, dando lugar a una confrontación civil saldada a favor del primero, quien reinaría con el nombre de Sancho IV.

     Refugiados en Aragón, los infantes de la Cerda aprovecharon la minoría de edad de Fernando IV de Castilla, hijo de Sancho, para cederle el Reino de Murcia a Jaime II (el monarca aragonés) a cambio de que el mayor de ellos, don Alfonso, fuese reconocido rey castellano. Bajo este pretexto se produjo la conquista del Reino de Murcia por las tropas aragonesas. Un hecho que acentuaría aún más el carácter de zona bélica del sureste ibérico, contribuyendo a un proceso despoblador imparable.

     Realizando una eficaz labor diplomática, además de diversas intrigas para atraerse la voluntad de los más poderosos de los núcleos murcianos y la no intervención del sultán nazarí de Granada, en 1296 entraban las huestes aragonesas en el Reino murciano.

     A pesar de algunos episodios notables de resistencia, como el de la fortaleza de Alicante o la villa de Lorca, el valle del Vinalopó, la Vega Baja del río Segura y las ciudades de Murcia y Cartagena cayeron con relativa facilidad. Alhama cayó en 1298 y Lorca lo haría en el año 1300. Mula se había sublevado contra los aragoneses en 1298 y tuvo que soportar un larguísimo asedio.

     Pero en los primeros años del siglo XIV se comenzaron a notar incipientes signos de debilidad aragonesa y muestras de recuperación del poder castellano. Pronto, el hábil monarca aragonés buscó una manera de consolidar un dominio territorial sobre el Reino de Murcia que verdaderamente pudiese resistir una reacción poderosa de Castilla.

     El reparto del Reino

     En la llamada Sentencia Arbitral de Torrellas, firmada en 1304, aragoneses y castellanos fracturaban el antiguo Reino de Murcia. Jaime II aceptaba la reintegración a la autoridad de la Corona castellana de los territorios murcianos al oeste de una línea imaginaria que discurría entre Villena y el Mediterráneo. A cambio, el valle del Vinalopó y la Vega Baja del río Segura pasarían definitivamente al domino del rey de Aragón, e incluida en ella, muy importantes poblaciones, como Elche, Elda, Novelda o la ciudad de Alicante y su puerto.

     Precisamente, la posesión del otro gran puerto murciano, Cartagena, dio lugar (entre otras imprecisiones anteriores) a la rectificación acordada en Elche en 1305, por la cual la ciudad portuaria pasaba de nuevo a control castellano. Pero la integridad del Reino de Murcia había quedado mermada para siempre. En este interesante juego político comienza a brillar, a pesar de su juventud, uno de los más importantes personajes españoles del siglo XIV: don Juan Manuel.