Modelos de ciudades

En la Región podemos distinguir varios modelos de poblamiento.

Por un lado, destaca el modelo tardorromano caracterizado por las grandes villae rurales en torno a las que giran pequeños enclaves.

Por otro lado, y ya en plena época medieval, bajo dominio musulmán, destacan los 'husn' o asentamientos que se encontraban entre lo urbano y lo rural.

Eran poblaciones de inferior categoría a una ciudad (o madîna) pero de mayor importancia administrativa y económica que una simple alquería o cortijo de carácter rural.

Finalmente, se debe señalar el posterior modelo cristiano de Alfonso X con una villa principal, rodeada de aldeas dependientes bajo un solo mando focalizado en una fortaleza principal.

En esta página nos detendremos en el modelo de asentamiento musulmán. En este modelo destacan los siguientes elementos: la zona más elevada se convertirá en la base del poder militar/defensivo, también llamada alcazaba, separada a su vez del resto del núcleo por una muralla interior,el albacar, donde se refugiaba la población en caso de invasiones, asedios, etc, y el resto del poblado donde se levantaban las viviendas, unas viviendas comunicadas por un entramado de calles angostas y sinuosas; todo el perímetro estaba a su vez rodeado por las murallas exteriores, elemento que no puede faltar en esta época.

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Fundación de Medina Mursiyâ|Destrucción de Ello|El crecimiento|Un nuevo poblamiento


     El conocido Pacto de Tudmir entre el noble visigodo Teodomiro y el caudillo de los nuevos conquistadores musulmanes, Abd al-Aziz, acordado en el año 713, significó entre otras cosas la incorporación del sureste peninsular al Islam bajo una serie de importantes condiciones. Entre éstas, determinadas ciudades de la extinta demarcación visigótica pasaban al control directo del gobernador musulmán de la zona, representante del califa de Damasco.

Fundación de Medina Mursiyâ

     A comienzos del siglo IX, con el objetivo de sofocar una revuelta de gran magnitud entre clanes árabes, el Emir de Córdoba envió un potente ejército a la zona. Tras aplastar la sublevación, decretó la fundación de una nueva capital para la provincia sobre un meandro del río Segura (posiblemente en un lugar donde había existido una villae tardorromana: Murtia) el 25 de junio del año 825.

     El sitio no fue elegido al azar, se trata de un enclave estratégico donde se controlan las vías de comunicación que provienen del sur a través del valle del Guadalentín-Sangonera, en el lugar donde entroncan con el del Segura para dirigirse al Levante, justo en el área donde se forma una amplia y feraz huerta, con grandes posibilidades agrícolas.

     Su situación topográfica, delimitada por el cauce fluvial, facilitaba una defensa natural, que más tarde sería completada con un recinto amurallado, el cual permitía también proteger a la población frente a las avenidas del río.

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Destrucción de Ello

     Por último, para reforzar aún más la soberanía del monarca cordobés sobre la zona y afianzar el éxito de su iniciativa política, según algunas crónicas mandó destruir la antigua Ello-Tudmir.

     A la par, la nueva ciudad fundada en el 825 tomó en un primer momento el nombre de la destruida (Tudmir); pero pronto empezaría a ser conocida por su topónimo latino ahora arabizado: Múrsiyâ.

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Crecimiento

     Durante esta centuria se hizo patente un progresivo aumento de la población en las áreas rurales de Tudmir. El proceso fue general, ya que también afectó a los entornos urbanos y fue debido a diversas causas.

     Entre otras destacan el alto número de inmigrantes procedentes de territorios islámicos (Dar al-Islam) y la pacificación de la zona tras su completa inclusión en el gobierno del Califato de Córdoba.

     Las tierras regadas por los principales ríos del Sureste fueron los primeros espacios que resultaron atractivos a los nuevos pobladores, entre los que se encontraban muchos grupos bereberes y árabes. Buena parte de estos colonos, dedicados principalmente a la agricultura y a la ganadería, se instalaron en campos alejados de los principales núcleos urbanos tudmiríes, como las madinas de Murcia o Lorca.

El nuevo poblamiento

     Surgieron así una serie de pequeños enclaves rurales, las alquerías (qaryas), que empezaron a salpicar los campos murcianos en torno al siglo X. Esto se produjo en lugares que estaban deshabitados desde el abandono de las antiguas villae de tradición romana durante la Antigüedad Tardía (siglos V y VI). Muy pronto la administración islámica dio marco institucional a este nuevo tipo de población rural y dispersa.

     El territorio tudmirí quedó dividido en distritos (iqlim) a cuyo frente se situaba una fortificación o un pequeño núcleo urbano fortificado, hisn, cuyo plural es husun. Estos castillos permitían el refugio en casos de peligro y podían dar cobijo a los ganados gracias a la existencia de un albacar, pero también la construcción militar constituía una representación del poder emiral o califal, cuyo delegado era el encargado del cobro de impuestos. Era también una manera de ejercer el control fiscal en áreas un tanto remotas.

     Hacia finales de la décima centuria, habían comenzado su andadura una serie de pequeñas comunidades aldeanas que, en su momento de pleno esplendor, hacia el siglo XII, se extendían por todos los rincones del territorio, desde el Noroeste (como Medina Siyâsa, Priego) hasta las montañas prelitorales entre los actuales municipios de Águilas, Mazarrón y Lorca (como Aguaderas o Amir). También fueron abundantes en la huerta de Murcia (Beniel, Beniaján...) y en el Campo de Cartagena (la Aljorra, el Albujón...).