Todo parece indicar que desde finales del siglo VIII, los gobernadores de la cora de Tudmir residían normalmente en la ciudad o madina de Lorca. La urbe fortificada, estratégica puerta del corredor que une Andalucía con el Levante peninsular, consolidó su papel de capital del territorio en las primeras décadas del siglo siguiente frente a la antigua sede administrativa de Tudmir, posiblemente situada en Orihuela.

     Se podría deducir que los dirigentes musulmanes buscaban más cercanía a los núcleos de poder establecidos en Córdoba ante una región caracterizada por su baja densidad demográfica, débil islamización y cierta marginalidad dentro del contexto andalusí.

El fin de las ciudades antiguas

     La fundación de Murcia, en el 825, marcaba el comienzo de un largo proceso de cambio en la distribución de los asentamientos urbanos de la cora de Tudmir. Tanto que, al final del periodo de transformación, a finales del siglo X, el poblamiento del sureste andalusí ofrecería un panorama totalmente diferente al cuadro de ciudades cristianas de época visigótica sobre las que se asentó el poder islámico. Un cambio que fue también de la mano de la islamización de la sociedad y la progresiva desaparición de los mozárabes.

     Para asegurar el éxito de la nueva capital, la antigua ciudad de Ello fue destruida aprovechando la intervención militar de las tropas emirales. Esta política se hizo extensiva a otros núcleos urbanos tudmiríes de origen tardoantiguo. Uno de los casos más conocidos es el de Mula: situada en el Cerro de la Almagra, fue arrasada también en fechas más o menos cercanas; es entonces cuando la población del lugar se asienta sobre su actual emplazamiento. Cerca del lugar, y para el control de este levantisco territorio, fue establecido un campamento militar permanente sobre la actual localidad de la Puebla de Mula, que con los años daría lugar a la impresionante fortaleza de Alcalá.

     Otro asentamiento de carácter castrense, esta vez enclavado en el Noroeste murciano, generó un núcleo urbano puramente islámico: Cehegín, en detrimento de la ciudad de Begastri, situada en el actual Cabezo de Roenas, que sería progresivamente abandonada. También razones de tipo estratégico-militar explican la aparición de Aledo. Otra de las urbes de Tudmir que cambiaron su emplazamiento hacia finales del siglo IX fue Ilici, en La Alcudia, dando origen a la ciudad de Elche. También del siglo IX son los restos arqueológicos islámicos más antiguos que se han hallado en la ciudad de Cartagena, lo que nos indica una posible recuperación urbana, sin duda vinculada a la actividad portuaria.