Durante la época comprendida entre los siglos XVI y XVIII, las costas murcianas fueron objetivo de cuantiosos ataques llevados a cabo por los piratas y corsarios norteafricanos. En el litoral murciano se construyeron numerosas torres que contribuyeron a combatir o, cuanto menos, intentar repeler esta continua serie de ataques producto de la necesidad, tanto por parte del Imperio turco, como del Imperio español, de controlar el comercio en el Mediterráneo.

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