Jaime I (1208-1276)

Fuerza, seguridad, belleza y profundidad se amalgamaban en una fuerte personalidad capaz de causar un gran impacto.  Su carismática presencia surgió ante las puertas de la ciudad de Murcia una fría mañana de enero del año de gracia de 1266, dispuesto a someterla a su voluntad y brindársela a su joven yerno, el infante don Alfonso.  Su formación fue, como su temperamento, ambivalente: formado para la guerra y en la cultura, por Templarios y Santiaguistas.   

Su actuación sobre el reino de Murcia da comienzo en la primavera de 1264 cuando los musulmanes se sublevan contra el protectorado castellano en un intento frustrado de lograr de recuperar la independencia.  Desde 1257 Alfonso X había ido realizando cambios que provocaron un descontento generalizado que un tal al-Watiq supo canalizar y coordinar en forma de revuelta armada.  En un principio obtuvo un gran éxito pues logró levantar con rapidez y sigilo y tomar casi todas las poblaciones y castillos del reino con la excepción de Lorca y Orihuela, entre alguna otra.  Además pidió apoyo al rey granadino Ibn al-Ahmar pero éste pronto tuvo problemas propios que atender en sus dominios y dejó al murciano abandonado a su suerte.  Así las cosas, la reina castellana doña Violante, hija del aragonés, solicita la intervención de su padre y Jaime I, responde lo antes que puede iniciando su campaña en noviembre de 1265. Hay que tener en cuenta que previamente tuvo que convencer a las Cortes catalanas y a las aragonesas de la necesidad de esta expedición.

Conforme se acercaba a nuestras tierras al frente de su imponente ejército, las villas moriscas se le iban rindiendo y negociando una capitulación incruenta.  Estando en Orihuela, sus espías le informaron de que tropas granadinas  galopaban en apoyo de la ciudad de Murcia para intervenir en su resistencia.  Sin dilación salió hacia nuestra ciudad con el firme propósito de impedir a las fuerzas musulmanas su propósito. Se instaló a esperarlas en Buznegra (Voz Negra), junto a Alcantarilla.  En avanzadilla envió a Guillén de Rocafull, en tanto que las tropas eran dirigidas por sus hijos y el maestre de la Orden de Santiago, Pelay  Pérez Correa.  Ni siquiera llegó a producirse la batalla ya que los moros huyeron, al verse descubiertos, a refugiarse en Alhama.  Jaime I partió entonces hacia Alcaraz para entrevistarse allí con Alfonso X.  El encuentro tuvo lugar en torno a los días 8-9 de diciembre de aquel 1265 y al poco, concretamente el día 2 de enero de 1266 daba comienzo el asalto final. Jaime I, de regreso en Orihuela, partía hacia Murcia al frente de las tropas que había mantenido en ella acantonadas.  Le acompañaban el maestre de la Orden  de Santiago y el lugarteniente del Temple. 

El día 5 la ciudad quedó cercada y el rey instaló su campamento (y particular harén) a la vista de Murcia.  Mantuvo el sitio durante quince días y luego mandó a una primera comisión de emisarios a negociar.  Se ocuparon del tema Domingo López y el judío Astrugo, como intérprete.  El miércoles 20 de enero se reunieron los emisarios árabes con Jaime I y el monarca les prometió que se les respetarían sus costumbres si realizaban la entrega de la ciudad sin lucha.  Volvieron a reunirse los días 23 y 26 y, por fin el 30 de enero, cincuenta caballeros con sus escuderos y ciento cincuenta ballesteros de Tortosa se instalaban junto al alcázar Nasir. Al día siguiente, domingo 31 de enero fue el propio rey aragonés Jaime I quien entraba en el alcázar dividiendo la ciudad en dos partes.  Dos días más tarde se celebró una procesión solemne con la imagen de Santa María que partiendo del campamento real, penetró en la ciudad.  A lo largo del mes de febrero tuvo lugar el reparto de posesiones y gratificaciones entre los caballeros de Jaime I: Beltrán de Villanueva, Blasco de Aragón, Guillén de Rocafull, Nicolás de Valvert, Bernardo de Albalat..., y por supuesto, las Ordenes de Santiago y el Temple.  Finalmente, el día 4 de marzo, Jaime I dio por terminada su misión y su estancia en Murcia y dejando el reino en manos de su yerno y su hija, regresó a Aragón.