Las fortalezas de Ibn Mardannis

Testimonio de la grandeza y esplendor que llegó a tener la corte del emirato mardanisí fue el castillo de Monteagudo que constituye un interesante, aunque semidestruido, precedente arquitectónico de la Alhambra de Granada y el Castillejo.

También destacan el castillo de Larache y el castillo de La Asomada, que materializa, sin embargo, lo efímero de su poder: una fortaleza a medio acabar cuya probable función era la de proteger a la ciudad de Murcia y su huerta de incursiones almohades.

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     El colapso del Imperio almorávide

     El Imperio almorávide no consiguió un asentamiento sólido en el territorio hispanomusulmán. La diversidad étnica, la tradicional confrontación interna y la presión cristiana dificultaron la efectividad del poder norteafricano y facilitaron, por contra, la apertura de un nuevo proceso de disgregación territorial en Al-Ándalus.

     Tampoco ayudó el clima de intransigencia religiosa implantado por la reacción almorávide, que forzó a los cristianos que aún habitaban zonas musulmanas, los conocidos como mozárabes, a emigrar a los reinos cristianos, potenciando entre éstos la corriente política de recuperación territorial de una potencia hispánica cristiana perdida con la invasión islámica del año 711. En este nuevo contexto de división y lucha civil del Islam hispánico, en el año 1145, tropas del emir de Zaragoza conquistaban Tudmir, envuelto por entonces en un periodo de enfrentamiento civil entre diferentes clanes.

     Uno de los dirigentes del ejército zaragozano se hizo con el Gobierno murciano en 1147, tras el fallecimiento del monarca de la Aljafería. Se trataba de Ibn Mardannis, llamado luego 'Rey Lobo', o Rey Lope en las crónicas cristianas (ver vídeo). Este importante personaje de la historia de la Región de Murcia parece descender de una aristocrática familia muladí, antiguos cristianos convertidos al Islam, de la Taifa de Zaragoza, cuyo apellido pudiese derivar de Martínez o quizá Mardonius.

     En aquel mismo año, otro Imperio norteafricano, el almohade, desembarcaba en la Peninsula Ibérica e invadía Al-Ándalus, bajo el pretexto de la relajación religiosa almorávide y su desintegración interna como poder político.

     El emir de Murcia controla el Occidente andalusí

     En Tudmir, Ibn Mardannis aprovechó este momento de confusión para consolidar su autoridad en el sureste hispánico. Ibn Mardanish, también conocido como 'Rey Lobo', detentó el poder en el territorio murciano convirtiéndose en una pieza clave en el devenir del territorio, controló la cora de Tudmir y expandió los límites de ésta, además de abanderar la facción de los árabes frente a los bereberes, origen de los almorávides y almohades. Gracias a la colaboración con los reinos cristianos, el emir murciano no sólo pudo resistir durante años el avance almohade, sino que llegó a dominar un amplio territorio que se extendía por Valencia, Murcia, Játiva, Denia, Elche, Baza, Guadix, Segura de la Sierra, Baeza, Jaén, Úbeda y Carmona.

     Con sus fronteras con los cristianos pacificadas, gracias al pago de las parias (impuestos) a los monarcas castellano, aragonés y navarro, Ibn Mardannis pudo realizar un espectacular esfuerzo militar, dominando por unos meses la ciudad de Granada (en 1162) e incluso poniendo sitio a las ciudades de Córdoba y Sevilla, la capital andalusí de los conquistadores almohades.

     La caída

    Precisamente, la reacción almohade sentenció su final. En 1165 un ejército procedente de Granada entraba en Tudmir, sitiaba Murcia y saqueaba la huerta. Sin ser una aplastante derrota, el poder mardanisí se desmoronaba. En 1169 era traicionado por su suegro. Poco más tarde, las ciudades de Lorca, Elche, Baza, Almería y Alcira se sometían voluntariamente al califa almohade. Finalmente, en 1172 moría Ibn Mardannis en la capital murciana durante el último y definitivo asedio, dejando instrucciones a su hijo para realizar una capitulación que le permitiría mantenerse como gobernador de Murcia, aunque ya bajo dominio de los almohades.