Iglesia de San Cristóbal
Iglesia de San Cristóbal

Con fecha de 5 de mayo de 1802, el Corregidor de Lorca, Don Augusto Antonio Collado envió a la intendencia de Murcia un adelanto de las pérdidas y destrozos conocidos hasta esa fecha.

Las dos puertas de sillería llamadas de San Ginés y de Los Arcángeles por las que se salía de la ciudad para el barrio de San Cristóbal y huertas de San Diego.

  • 31 fábricas de paños

  • Cinco alfarerías en las que se construía toda clase de vidriado ordinario

  • Ocho casas mesones, las únicas que había en la ciudad

  • Seis molinos de harina

  • Diez molinos de aceite

  • Veinticuatro fábricas de salitres

  • Once casas de tintoreros de seda y lana

  • Cinco casas de tundir paños

  • Una fábrica de cordobanes

  • Dos fábricas de jabón

  • Seis tahonas

  • Dos fábricas de fideos

  • Dos boticas

  • Un cuartel

  • La casa rectoral de San Cristóbal

  • Un abrevadero llamado de los caños de la Fuente de Oro

  • El lavadero

  • El cuartel de caballería

Este informe concluía que las casas arruinadas eran más de 1.800 y el número de muertos más de 500 (posteriormente se identificaron a 608 víctimas de los que 302 eran varones y 306 mujeres, sin contar a los pasajeros que descansaban en las posadas y cuyos cadáveres no pudieron hallarse). El valor en muebles y enseres superó los doce millones de reales. Quedaron estériles o se anegaron más de 900 fanegas de tierras. Se perdieron 1.732 fanegas de trigo, 858 de cebada, 124 de vino y 397 de otros productos. El agua arrancó 13.102 olivos y 28.315 árboles frutales de todas las especies. Destruyó 2.300 arrobas de azufre y mató 211 cerdos y 192 bestias de tiro y carga. En apenas seis horas fueron inundadas catorce leguas.

Gran repercusión de la catástrofe

El importe total de las pérdidas materiales se fijó en 21.718.185 reales de vellón, sin incluir en esta cifra la obra pública destruida, propiedad de la Real Empresa que Godoy, primer ministro y valido de Carlos IV, estimaba en 30 millones de reales.

La catástrofe tuvo una gran repercusión nacional. Desde la Monarquía se dieron órdenes para el auxilio inmediato de Lorca y de otros pueblos inundados. Se condonaron las deudas que mantenía la ciudad con la Hacienda Real, se le eximió de pagar contribuciones de forma indefinida, se aplicó a la reconstrucción y al socorro de los más desposeidos el llamado "caudal de expolios" y la propia Corona envió cuantiosas sumas de dinero. Además, se abrieron varias suscripciones populares, una de ellas auspiciada por el trono.

La aguas siguieron el cauce del Guadalentín en dirección a Murcia. Los daños de la riada también se extendieron a los municipios de Totana, Alhama, Alcantarilla y a algunas pedanías de Murcia.