Ricardo Ortega
Ricardo Ortega

Hace ochenta años Llano de Brujas conoció una actividad cultural sin precedentes que gozaría de una larga trayectoria, gracias al empuje de su maestro local, Ricardo Ortega Merino.  Todo comenzó un domingo, 23 de enero de 1921, para más señas.  Los alumnos entonaron una serie de himnos y declamaron como rapsodas bien entrenados, una serie de escogidas poesías a todos sus conciudadanos.  El acto, organizado y programado cuidadosamente se cerró con una conferencia que impartió el propio don Ricardo pero a la que seguirían en domingos sucesivos otras de diversos conferenciantes.  Finalizado el curso escolar y con el fin de vencer la resistencia final de los padres más remisos a que sus hijos estudiaran, como si de un publicista de nuestros tiempos se tratara, colocó un gran cartel a la entrada de la población provisto  animándoles a la inscripción.  Y por si acaso ese recurso resultaba insuficiente, organizó la celebración de una conferencia sobre la mejora moral y material que supondría para todos, grandes y pequeños, que los niños estudiaran. En su disertación comparaba la escuela como 'un huerto cerrado donde crecían las virtudes más sublimes y el pebetero gigante que esparce los aromas más delicados de la ilustración y el progreso de las generaciones'.   

Este profesional de la cultura parecía tener una energía a toda prueba y no descansar nunca. Además de las veladas pedagógico-culturales del mes de enero, cada año organizaba en febrero la Fiesta del Arbol, un auténtico festival poético donde se enaltecía al árbol y a la madre Naturaleza, en el que se ensalzaban sus virtudes y se plantaban ejemplares con la solemne intervención del cura párroco que bendecía a todos los protagonistas, árboles, niños y mayores. Entre los pequeños rapsodas más destacados cabe mencionar a José Martínez, Tomás Vera y Andrés Zambudio.

En marzo don Ricardo celebraba las misiones pro-cultura con una orientación pedagógico-doctrinal basada en la educación como el eje imprescindible de la vida.  Y es que para este insigne maestro, la escuela era la madre del hombre, depositaria de los valores patrios y las doctrinas de Cristo.

Las veladas literarias del mes de mayo se dedicaban a la patria y a la independencia, contando con la colaboración de alumnos procedentes de la Normal, como Pedro Lorca y Manuel Manzanares Plaza quienes además de loar las hazañas de algunos españoles hablaban a los niños sobre el agradecimiento que debían prestar a su escuela.

La velada literaria de octubre versaba sobre la Fiesta de la Raza.  El salón de la escuela se llenaba y la gente que no cabía 'rodeaba el recinto', a decir de la prensa.  Los discursos de ese día solían aludir a los Reyes Católicos, Colón, los frailes de la Rábida, etc.  Hubo incluso una ocasión en que a este acto se sumaron, además del cura local ¿buen colaborador de don Ricardo- maestros de la Normal, padres y alumnos, María Carmona, poetisa y buena rapsoda que tras recitar ¿Sangre española¿ recibió una delirante ovación, de la que también la prensa se hizo eco. La última conferencia de don Ricardo Ortega sobre la que hemos hallado referencia tuvo lugar el 16 de noviembre de 1924 y versó sobre 'La escuela pasada y la escuela presente'.

Pero, ¿quién era Ricardo Ortega?. Veamos una pequeña sinopsis de su vida. Hijo de Fuente Alamo, esta encarnación del Magisterio hecho dinamismo nació en 1891.  Se formó en Murcia, instalado en el Colegio mayor que creara su tío Nicolás Ortega Pagán, a la sazón, director en aquel momento del periódico El Tiempo.  Tras su paso por El Llano de Brujas y sus relaciones con Alquerías, donde también tenía una tía ejerciendo de maestra (Francisca), estuvo destinado en el Campo de Cartagena.  A partir de 1939 cambió la enseñanza por la secretaría del Consistorio de Fuente Alamo.  Fue nombrado Cronista local y dedicó miles de horas a investigar y escribir.  Falleció soltero en 1967.