Calle iluminada
Calle iluminada
Izquierda del Azud [El Azud Mayor]
Izquierda del Azud

La electricidad fue haciendo su aparición en tímidos intentos esporádicos. Así, en abril de 1886 se instalaron algunos timbres eléctricos en la Casa Consistorial y en 1887 se electrificó el Casino. Pero, anécdotas aparte, la calle mantuvo todavía durante bastante tiempo  sus farolas de gas y en menor número, de petróleo.  Este combustible se pagaba, por cierto, en 1890 a 93 céntimos el kilogramo y a este gasto había de sumarse 750 pesetas anuales por tubos, mechas y cristales rotos. El gasto anual a mediados de la década de los noventa subió hasta 10.000 pesetas. 

En cuanto a la competencia entre petróleo y gas, persiste el avance imparable del segundo, lo que viene bien a los barrios periféricos de la ciudad que se benefician de la retirada de las farolas de petróleo que entonces son instaladas en ellos. Tal fue el caso del Camino de Espinardo, del propio Espinardo, Javalí Nuevo o Corvera. 

Si bien la mejor iluminación de las calles con gas contribuía a la salvaguardia de la seguridad ciudadana, el arbolado se vio perjudicado. En enero 1904 hubieron de reponerse  muchos árboles de calles y plazas  que los escapes de las cañerías de gas habían secado. No obstante, en 1913 Murcia contaba ya con 1.321 faroles. El gasto global anual ascendía a 69.000 pesetas. En 1916 llegó el alumbrado público a Nonduermas, Macíascoque, Rincón de Seca y El Esparragal. 

La Primera Guerra Mundial y el bloqueo consiguiente provocaron, una escasez importante en las importaciones de carbón inglés. Así las cosas, llega un día en que la ciudad está casi a oscuras (1 de febrero de 1918).  El técnico Terrer instala entonces, con carácter de urgencia, 300 lámparas eléctricas en puntos estratégicos mientras el Alcalde y la compañía intentan, por todos los medios, conseguir carbón para poder restablecer el alumbrado. Casi al mismo tiempo se rescinde el contrato con la compañía eléctrica 'La Primitiva' que surtía de luz a Beniaján y a Torreagüera. 

La electricidad comenzó a afianzarse en el mercado de particulares para 1891. En febrero de 1900 se autorizó la colocación de focos eléctricos en Platería y la calle Príncipe Alfonso, para iluminar las noches de carnaval. También se comenzó a iluminar eventualmente el malecón algunas noches de verano. Para junio de 1902 la  Sociedad  Electromotora, cuyo gerente era Rogelio Manresa Illán y el presidente Juan A. Hernández del Águila, solicitan aprovechar los molinos del Marqués de Camachos.

Por su parte, el ayuntamiento mantiene ante la electrificación, que se revela imparable, una actitud reposada, casi reticente. Esta atonía municipal contrasta con la fiebre empresarial que comienza a sentirse. Por ejemplo, en 1903 un  nuevo "aventurero" se introduce en escena, Enrique Villar y Bas, que solicita el aprovechamiento de las aguas sobrantes de La Contraparada con objeto de producir energía eléctrica para la capital. Mientras, aprovechando su condición de favorita, la Sociedad Eugenio Lebón solicita ampliar su concesión en agosto de 1903, petición a la que se sumó La Electromotora. Ésta llegó con sus tendidos al Rollo en mayo de 1904 y, desde el antiguo molino de Los Abades, José Caballero García llevó el fluido eléctrico hasta La Raya en febrero de 1905. El ayuntamiento autorizó en la Nochebuena de 1904 el proyecto de Juan Pedro Navarro que solicitaba permiso para construir un edificio destinado a central eléctrica a la salida de la calle Aurora. La importancia de este nuevo empresario radicó fundamentalmente en ser el suegro e iniciador de Joaquín Payá López en este ramo quien, en 1909 creó Eléctrica del Segura a partir de El Menjú (Cieza) iniciando una expansión que le convertiría en uno de los principales empresarios murcianos de la energía hidroeléctrica.