Vistas de Cehegín
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Región de Murcia Digital
Casco viejo de Cehegín
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Francisco Lorencio Fernández

El Casino de Cehegín fue una permanente y formativa Universidad. Como es lógico no existían aulas, ni cátedras, ni pupitres, ni laboratorios, solamente estaban unas pocas personas representativas de aquella época, que unas veces con su experiencia, otras con su atrevimiento, su arrogancia, o con sátira y humor, opinaban sobre todo, y de forma muy especial por aquello que era de actualidad periodística, aunque su formación no llegara ni a niveles medios. Ellos se consideraban capaces para entrar en toda clase de opiniones y comentarios por muy científicos que fueran.

Es lógico que, ante esto, se rozara casi siempre en la hilaridad, y algunas veces en la sinrazón, pero quedando un poco de ilustración para los jóvenes.

Tertulias y tertulianos

En el recuerdo estoy viendo a don Cristóbal Sánchez de Amoraga en su amenas charlas de toros. Era un aficionado a la fiesta nacional que había visto muchas corridas y estaba muy documentado sobre el tema. Le acompañaban en estas charlas, contradiciéndole unas veces y otras arropándole, Antonio de la Ossa, Pedro Semitiel, Lorenzo 'el de la Farmacia', y sobro todos ellos, Juan Cava, quien decía que sabía más que Dios, y para quien no había nada en el universo que él no conociera.

Estas charlas tenían que documentarse con la bajada desde la biblioteca, del ejemplar aclaratorio del Espasa Calpe, trabajo que realizaba con agrado el Conserje, Martín de Paco.

Residía en esos años en Cehegín un médico, Don Gregorio Mayor de Lorenzo, que se sumaba a estas tertulias aportando su saber científico, si bien ésta, debajo de la sabiduría de Juan Cava, doctor sin títulos y poca escuela primaria. El diario ABC y sus artículos de primera página marcaban los comentarios. Se llegó a hablar de Einstein, y de su Teoría de la Relatividad, con la que Juan Cava no estaba de acuerdo: 'que aprenda primero a dividir', decía.

Se comentó la Monarquía de Don Juan, de su posible regreso a España y de los esfuerzos de Pemán para su venida, pero al final se decía que la última palabra la tenía Franco, que más que monárquico, era conservador del sillón.

Persona también muy asidua al Casino y que nos aportó un aire de humor y jocosidad fue Manuel robles. Era viajante de las alpargatas que en aquella posguerra fabricaba Juan Peñalver, y su campo operativo fue, durante muchos, el Bajo Aragón.

¿Sabe usted lo que es el número Pi?

No quisiera dejar en el olvido a una gran persona, El Periñán. Era conserje de la Peña, sociedad que estaba enfrente del Casino, y que por la asistencia de sus socios por las mañanas, que era muy poca, casi siempre estaba hablando por una de las dos ventanas (llamadas peceras), con los que estaban en el Casino. El Periñán fue un gran hombre con sentido del humor y de inteligencia natural, y digo esto, porque el anteriormente referido don Gregorio Mayor de Lorenzo, quiso encontrar en él materia propicia para lucirse, y le pregunto: ¿José ¿ así se llamaba el Periñán - ¿Sabe usted lo que es el número Pi?; y él, rápido y tranquilo le contesto: 'Es el palo de colgar las granás'. Ante esto, el médico dejó zanjado el asunto, pero aprendió que dentro de una gran sencillez pueden convivir grandes reflejos.

Otros personajes  que convivieron aquellos años en el Casino  fueron Paco Valero, arrendatario de los juegos del Casino y con aires poéticos de los que siempre estaba dando manifestaciones con agudo ingenio. Digno de mención fue también José Fernández Cuadrado, padre del conocido Jesús el Herrador, hombre de reconocida educación y al que le gustaba mostrar sus opiniones con frases rebuscadas pero de hondo significado filosófico y etimológico. Hubo una tertulia sobre los furtivos que existían en la caza, sus artimañas, trampas y demás procedimientos engañosos, que como consecuencia del aumento de cazadores se producían. Después de todas las opiniones que se dieron por los que defendían y por los que atacaban, don José, y para remate de la discusión, dejó en el aire la siguiente frase: 'La invasión amateur de la campiña es perjudicial para el arte cinegético' y con esto finalizó la discusión.

Otros personajes nos llevaron a cultivar y disfrutar de la música y el canto: Antonio Zarco, Antonio Figueroa, Paco Música, Jesús el Pavo, Paco El Linos, Juanito Ródenas y Miguel Caballero entre otros, que en trasnochadoras veladas de jarro de agua y carajillos de coñac y anís, nos mantenían alegre el espíritu.

Muchos más nos acompañaron: Pepe Arévalo (El Ale); el Sr. Sánchez (Antonio el Coriano); los hermanos Álvarez, Pepe Lorencio, el Marquitos, Alfonso Moya, el maestro Eloy; y una lista innumerable por cuya omisión pido disculpas.  No quiero omitir sin embargo a los presidentes del Casino que yo recuerdo: Don Gaspar Muñoz Pedrero, Don Antonio de la Ossa Ruiz, Don Francisco Lorencio Márquez, Don Juan Espín López, Don Joaquín Caballero Muñoz y Don José Ruiz Lopez.

No cabe duda de que de todos los que pasaron por el Casino, algo aprendimos los jóvenes de aquel tiempo; sobre todo conocimiento de estos singulares personajes, su ironía, su saber valorar las carencias, y lo más enojoso para mí, el conformismo.

Extraído del Libro de las Fiestas de Cehegín 2004
"El Casino de Cehegín y sus personajes (años 1950-1960)" por Francisco Lorencio Fernández