Cartagena en el siglo XIX
Cartagena en el siglo XIX

Hasta abril de 1871 el alumbrado se extendía por el casco urbano, San Antonio Abad y Santa Lucía. A partir de esa fecha alcanza a Pozo Estrecho, Alumbres, Algar y La Palma.

Los faroles de gas que, como decíamos compartieron el alumbrado cartagenero con los de aceite, primero y con los de petróleo después, se instalaron e inauguraron en el centro de la ciudad en 1861. Desde ahí el gas fue ganando terreno extendiéndose lentamente al resto del casco urbano y a los barrios.  Originariamente se encendieron 284 faroles con un contrato anual de 681 horas de encendido, si bien el consumo durante el invierno se disparaba casi al doble que en verano. De modo que el  alumbrado por petróleo fue desplazado por éste y llegó  a ser muy secundario en importancia quedando relegado a aquellos lugares de Cartagena a los que el gas aún no llegaba; fue el caso de San Antonio Abad y Santa Lucía.

En el verano de 1880 fue nombrado administrador de la fábrica de gas Francisco Díaz Larosa, iniciando un proceso de expansión que acabará imponiendo su sistema de alumbrando y desplazando al petróleo hasta el muelle y el barrio de Santa Lucía en 1884. En 1902 los faroles habían alcanzado la cifra de 1.115 pero su expansión continuó de la mano del gas llegando hasta Los Barreros y Los Dolores, el paraje de Los Blancos perteneciente a la diputación del Rincón y algunos meses después a los Mateos.

Para 1905 la partida correspondiente entre uno y otro se elevaba a 127.000 pesetas. Sin embargo hay que decir que la electricidad aparece en Cartagena a partir de 1883, sirviendo a los intereses del Arsenal y de particulares. La primera propuesta que se hizo al ayuntamiento para instalar un alumbrado eléctrico se presentó en 1887 y fue su titular Luis Mínguez, vecino de Albacete. Se estudió el caso y una vez revisadas las cláusulas del contrato firmado en septiembre de 1857 con la compañía de gas, la comisión municipal formada al efecto resolvió que la sustitución sería provechosa y, como resultado de su informe, se  acordó el cambio con fecha 13 de agosto de 1887, presionando luego a la propia compañía de gas para que lo realizara.

Iniciativas particulares

Pero mientras tanto, diversos empresarios inician sus propios asaltos al tema de la iluminación particular. En agosto de 1888 se concedió permiso a Juan Bautista Alajarín y en septiembre del año siguiente a Juan Mateo Sanmartín. A partir de ahí surge una auténtica fiebre por la electrificación que se pone plenamente de manifiesto en 1893. Por ejemplo, el 20 de enero entra en liza Joaquín Díaz Zapata; el 26 de enero Juan Roca Peñalva y cuatro días después pedía permiso de instalación eléctrica Oscar Hieberding. Sin embargo, la propuesta para instalación de alumbrado público eléctrico con pliego de condiciones en toda regla que es aceptada figura a nombre de Diego Cánovas García y está fechada el 10 de febrero. 

En julio de 1902 Manuel Maturana, en representación de la Compañía Ahlemeyer solicitaba la instalación de tendidos desde su fábrica situada en San Antonio Abad. A partir de octubre de 1903 la expansión del sistema eléctrico se hace imparable: Alumbres, Algar, Beal, El Estrecho, El Llano, calles del casco urbano cartagenero (octubre de 1905), La Palma y Pozo Estrecho (1905) o la barriada del Molino que solicitó en mayo de 1906 la iluminación mediante el nuevo sistema. En enero de 1909 se constituyó la Unión Eléctrica de Cartagena que englobaba a varias empresas de Madrid, Bilbao y Cartagena, a saber: Hidroeléctrica, antigua Ahlemeyer y Malo de Molina y  Pico; y lo hacía gracias a contar con un gran elenco del mundo financiero e industrial entre sus filas .Su fábrica sería instalada en la Alameda de San Antón. Poco después, en abril de 1910 aparecía la Compañía Popular Eléctrica Cartagenera, plenamente controlada por capital del  lugar si bien con menos pretensiones y poder económico que la anterior.