Tres caballeros acodados. Nicolás Villacis
Tres caballeros acodados. Nicolás Villacis

     En 1661 Nicolás Villacis recibe el encargo que más importante de su obra pictórica: la decoración de la capilla mayor del templo conventual de la Trinidad. De estos frescos sólo quedan algunos fragmentos que el pintor Juan Albacete recuperó tras la ruina del templo, expropiado durante la desamortización de Mendizábal.

Influencias

     En estas pinturas murales se observan las posibles influencias que Villacis recibiría tras sus visitas a Roma y Lombardía, en concreto la de obras muy dedicadas al ilusionismo pictórico de los Cortona y Lanfranco.

     A la muerte del rey Felipe IV, en 1665, Villacis participó en los trabajos para celebrar las exequias del rey dorando y pintando mazas y cotas de los Reyes de Armas. Cuatro años más tarde, en 1669, fallecía su esposa.

Atribuciones

     De estos años pueden ser unos cuadros atribuidos al pintor, un Santa Clara, que queda en el monasterio dedicada a la santa en Murcia, y una Virgen de la Soledad, así como un San Bruno que custodia el museo de la catedral.

     En 1680 el pintor seguía trabajando, aunque es difícil atribuirle cuadros, tan sólo un retrato del Corregidor Pueyo, conservado en la ermita del Pilar, cuya fundación patrocinó el mencionado Corregidor.

Últimos momentos

     Ya envejecido y con achaques el pintor otorgó testamento en 1693, falleciendo un año después, concretamente el 8 de abril de 1694, siendo enterrado en la parroquia de San Lorenzo de Murcia, donde desde hacía años le esperaba el lugar para su eterno reposo, muy cerca de uno de sus hijos, fallecido a los seis años.