Vista del Azud Mayor [El Azud Mayor]
Vista del Azud Mayor
Aljibes [Benizar]
Aljibes

El sistema de la hidráulica fluvial más conocido en Murcia es el de las acequias, voz que deriva del árabe siqayas. Entendemos por acequias unos amplios canales de conducción de agua abierta, generalmente construidos de ladrillo y argamasa, que dan origen a toda una gran estructura y sistema de riego.

Todo este complejo sistema de riego debe tener en cuenta distintas variantes, como son la pendiente del territorio por el que se discurren, la capacidad y cantidad de agua de la que pueden disponer y los mecanismos de seguridad, como los sifones, que permiten por un lado que el nivel de agua sea siempre el deseado y por otro la recogida de las aguas sobrantes.

La alimentación hídrica de estos canales comienza en los ríos, cuya agua empieza a conducirse desde unas presas, presas conocidas como azudes (asudda para los árabes). Estos azudes disponen de contraparadas, que devuelven al río el agua no empleada, que junto a los canales de avenamiento y a los azarbes son los mecanismos que recogen las aguas de riego sobrantes.

De los azudes toman el agua las acequias, las cuales se dividen en mayores, que son las que recogen el agua directamente del río y menores, dispuestas estratégicamente a lo largo y ancho de los cultivos y que distribuyen el agua hacia el resto de obras de derivación y elementos de riego como son los brazales y, tras estos, las regaderas.

A las acequias hay que sumar los reguerones, canales también abiertos que se alimentan con agua de lluvia, que bien conducen agua o soportan los excedentes de esta tras lluvias copiosas, evitando el desbordamiento del río.

Debemos hacer mención, junto a las acequias, a los qanat árabes, canales de agua subterráneos que, en algunos casos, fueron ya utilizados por los romanos y rehabilitados por los árabes y que, según algunos historiadores, fueron el prolegómeno de las acequias o conducciones abiertas de agua.

La función de estos qanat era la de recoger el agua de lluvia, ya fuera para riego o consumo, acumularla en depósitos que se disponían en sus galerías subterráneas y distribuirla, en ocasiones con curiosos sistemas de partidores. Aunque en Murcia no están muy estudiados, pues es difícil situar arqueológicamente el origen y derivación de las galerías subterráneas catalogadas, estos qanat han podido recibir el nombre de minas, como es el caso de La Algaida, que recorre más de cuatrocientos metros bajo tierra hasta llegar a la acequia mayor de Molina de Segura.

Aljibes

Sin duda los aljibes son una de las estructuras más construidas a lo largo de la historia para recoger y acumular el agua de lluvia. Tras horadar el suelo en profundidad este pozo se revestía de ladrillo y argamasa y se impermeabilizaba con una mezcla de cal, arena, óxido de hierro, arcilla y resina de lentisco.

En la Región de Murcia son numerosos los ejemplos de aljibes, especialmente en el Campo de Cartagena y en Jumilla, ámbito con menores recursos hídricos al alcance de la población, con ejemplos en los que destacan los aljibes almenados de la población El Jimenado, que dieron origen al topónimo.

Son muy conocidos los restos de lo grandes aljibes romanos o de proporciones más pequeñas en las villas rurales, sistema que copiaron y popularizaron los árabes dentro de la arquitectura de sus casas o en los alrededores de las alquerías. Pedanías como la pachequera de Balsicas pudieran atribuir su topónimo a la histórica existencia de este tipo de depósitos de acumulación de agua.

A los aljibes hay que sumar los pozos artesianos, pozos artificiales que se empezaron a construir en el siglo XIII en Francia, en la ciudad de Arras. Estos pozos se abastecen del agua que surge de sus profundidades en razón de la mecánica del principio de presión hidrostática, ya que el manto de agua cautivo al que se llega tras profundizar está por debajo del nivel freático, lo que empuja al agua a salir y elevarse hasta llegar al nivel de superficie del pozo.

En localidades de Mazarrón, como Leiva, y en algunas pedanías de Murcia sabemos de la existencia, o restos, de numerosos pozos artesianos horadados para conseguir agua bien para consumo o para riego.